LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | 页面 89

de Oro. De alguna manera eran Chevaliers errants, caballeros andantes, y habían llegado a ser poetas, porque esta palabra en griego original también significa encontrador. También Goethe opinó que el Vellocino de Oro había transformado a su hallador en poeta. Hace informar a su Fausto, al entrar en la clásica Noche de Walpurgis, por el muy versado en medicina centauro Quirón, medio caballo y medio hombre, sobre el "bello círculo de los argonautas y todos aquellos que construyeron el Mundo de los Poe- tas", respondiendo: En el alma círculo de los argonautas Cada valiente fue según su proceder Y según la fuerza que le animaba Podía bastarle donde al otro le faltara. ¿Los argonautas estaban animados por la fuerza de la Minne? Fuera como fuese, era pasión por Dios -una fuerza que "mueve" montañas y permite "caminar sobre los mares"-. Uno de los argonautas fue Heracles. Éste era venerado de dos ma- neras, informa el historiador griego Heródoto, en el siglo V a. C.: como héroe humano y como dios. Quizás Heracles haya sido alguna vez hombre, quizá fue, como dice una antiquísima inscripción maltesa, un "dirigente primitivo" de los helenos y llegó a ser dios. Los mitos sobre él son la canción suprema de los griegos antiguos sobre la firmeza y la salvación que provienen de la fuerza propia. La voluntad de esta fuerza se levanta contra el destino, y el destino era el suyo propio. Tal como el sol se alzó, un "dios solar" sobre la noche del silencio y la inercia, buscó a Dios y lo encontró en sí mismo. Es por esto que él mismo llegó a ser dios. Heracles era rebelde: quiso ser igual al Altísimo. Pero también era tolerante: tolerantemente padeció la ley fatal, la que el universo cósmico cumple y ordena. De esta manera llegó a ser olímpico. Heracles llegó al Vellocino de Oro en la isla del Sol Aea. Los hom- bres de la Edad Media afirmaban que este vellocino, el símbolo de