LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 83

sus versos, opinaba el poeta. Nos habla desde el corazón. A un trovador se le exigía mucho: debía disponer de "una excelente memoria y de vastos conocimientos de historia"; conocer los mitos y sagas de su patria y, además, tenía que ser "alegre y amable, ingenioso y hábil, bienes obtenidos gracias a los dones del espíritu y del corazón, caballerosamente valiente en la guerra y en los torneos, abierto a todo lo grande y bueno". Todo auténtico trovador tenía, según el lenguaje culto actual, que contar con un "conocimiento enciclopédico". Por esta razón quizás el canto trovadoresco de nuestro tiempo, que se esfuerza, por un pensamiento sintetizador, esté acercándosele, aunque las formas de pensar de aquella época estén lejos de las nuestras. Sin limitaciones aceptaremos, sin embargo, su "sincera exigencia de belleza de la manifestación vital, por la educación de gusto, por la alegría del "ser-en-el mundo más estética" y por su "ideal de nobleza en el interior del hombre". La nobleza caballeresca provenzal no tenía nada en común con la tristemente célebre nobleza caballeresca feudal. París y Roma observaban con odio y envidia al mundo trovadoresco provenzal. La corona francesa, en aquel entonces en el apogeo de su poder, codiciaba desde hacía mucho tiempo la anexión del Mediterráneo y el dominio sobre los países más ricos de la antigua Galia. Y, ¿por qué la silla de Pedro? Al igual que los cátaros, para la Iglesia romana los trovadores (dejemos momentáneamente de lado las diferencias tradicionales hasta hoy) eran vistos como "sirvientes del diablo, destinados a la condenación eterna". Con frecuencia fueron enviados papistas que intervinieron contra trovadores individuales por medio de prohibiciones. Pero fue inútil. Más que nunca antes los trovadores rehusaron tajantemente todas las ideas y concepciones, doctrinas y leyendas clerical-teológicas. Ellos no alababan al dios Jehová o a Jesús de Nazaret, sino al héroe Heracles o al dios Amor. Y este dios era profundamente odiado por la presuntuosa Roma, rechazada a su vez por los cátaros como "Sinagoga de Satán" y "Basílica del diablo". El dios Amor puede ser visto en el mundo, opina el famoso