LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 79

(un ejemplo: desde el Cielo, donde está el Sol, cae un rayo a la Tierra y la enciende. Esto es, por lo tanto, como bien se puede decir, que el Cielo y la Tierra han engendrado el Fuego). Hablé de la diosa Artemisa en esta región llamada Belissena: ella es la Luna hembra. Por el Sol masculino, que pertenece al día, ella nunca podrá ser tocada por la noche, permaneciendo, por lo tanto, virgen; pero ya que en muchos aspectos ella se parece a él, se la ha imaginado como su hermana gemela. Hembra divina es también la hembra Tierra, que debe ser fecundada por el Sol masculino para poder dar a luz al ser terrenal, y que es en sí el mismo amor en el que ella espera al esposo solar. La diosa del Amor antes estuvo fijada al Cielo, así pensaron los griegos, pero llegó a ser un ser especial. A partir de aquí el hecho se puede explicar sin dificultad ya que, finalmente, de la hembra-diosa saldrán muchas "diosas": la ma- dre celestial Hera, la virgen Artemisa, la amante Afrodita y la madre terrenal Deméter (los antiguos romanos las llamaron Juno, Diana, Venus y Ceres). El tan difamado politeísmo de los pueblos paganos pasa a verse totalmente diferente "observado a la luz". Se le ha entendido equivocadamente, o, como creo, se le ha que- rido interpretar erróneamente. En la época del florecimiento del catarismo vivió en Sicilia un prestigioso eremita de nombre Joaquín Flora. Pasaba por ser el me- jor comentador del Apocalipsis según san Juan. Como las langostas de las que habla el capítulo noveno del Apocalipsis, debió de haber considerado a los cátaros, "que con la fuerza de los escorpiones salen de las profundidades sin fondo al abismo". Ellos serán, arguyó Joa- quín, en secreto, el mismísimo Anticristo, su poder aumentará y su rey ya está elegido. En griego su nombre es ¡Apolión! Apolo no puede ser otro más que Lucifer, a quien los herejes provenzales llamaron Luzbel y a quien, como ellos creyeron, no se le hizo justicia. Los cátaros interpretaron la "caída" de Lucifer como la "suplan- tación ilegítima del hijo primogénito, Lucifer, por el Nazareno". Varios de ellos -que constituían la excepción- creían que, en efecto,