LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 78

las noches iluminadas por la Luna, la diosa aumenta, además de al hermano luminoso, también a las plantas. Las mujeres, cuya menstruación está sujeta a la regla lunar, permanecen bajo su especial protección. Si a una mujer no le llega la regla, entonces viene Artemisa inadvertidamente como Eileithya: partera para la parturienta, y la asiste al venirle los dolores de parto. Los romanos la veneraban como Diana, por este motivo vieron en la Luna su astro de mayor confianza. Como diosa del alumbramiento es, a la vez, diosa de la fertilidad. Pero no en el sentido de esas hetairas libidinosas, como representaba la sensualidad del Cercano Oriente a la fertilidad. Aguardaba la casta al amado, para que él la bendijera y la hiciera madre, objetivo máximo de toda hembra. Los griegos también conocieron "una Artemisa maternal y terrenal" semejante a la madre Tierra, Geméter o Deméter. De ella sólo puedo decir algo luego de que haya afirmado, por principio, lo siguiente: la Grecia temprana no oraba a "dioses" personales, sino a poderes y fuerzas que imperaban en el otro mundo, en este mundo y en el mundo abismal. Al Gran Padre, a la Gran Madre... Lo que César dice a los germanos en su Guerra de las Galías, que ellos sólo adoran como dioses a aquellos que gracias a su poder les apoyaran manifiestamente (Sol, Luna y Fuego), tenemos que aceptarlo casi literalmente, especialmente para las representaciones religiosas de la zona norte en general y para determinados griegos del norte. Estos también creían que el Otro Mundo estaba regido por el Sol; este mundo, por la Luna, y el mundo abismal, por el Fuego; cuya trinidad nuevamente correspondía a los tres "géneros": masculino, femenino y neutro. Como neutro (o hermafrodita) se consideraba al Fuego. Femeninas, la Tierra y la Luna. Masculinos, el Sol y el Cielo. Por esto estas trinidades dependen de múltiples ligazones entre sí; por esto se buscó revestir a estos fenómenos que ocurren dentro de la naturaleza con un ropaje evidente y hacerlos concordar entre sí