LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 76

festividad suprema. Apolo era el sol con sus leyes del naciente y del poniente, como también la naturaleza luminosa dominante y eterna, inmutable. Sólo en épocas más tardías fue adorado como dios principal el solar Helios en lugar de Apolo. Al comienzo, Helios sólo había sido venerado en la isla de Rodas, en el mar de Asia Menor, o ambos considerados lo mismo. Originalmente, y precisamente por los ca- zadores dóricos y jónicos, pastores y agricultores llegados a la Hélade desde el norte, él fue adorado como Portador de la Luz primaveral después de la larga noche invernal, como Protector de los sembrados, los campos de pastoreo, los rebaños, las abejas y todo aquello que más profundamente interesa a los campesinos. Es por este motivo que los criadores de animales celebran en su honor fiestas del carnero, y los campesinos, fiestas de cosecha. En sus can- tos decían de él que había dado muerte victoriosamente al dragón invernal Pitón e imploraban a la Luz para que no permaneciera durante mucho tiempo en el Norte con el afortunado pueblo de los hiperbóreos. Puesto que la primavera y el verano curan las enfer- medades del invierno, se le tenía por defensor del mal y padre del médico divino Esculapio. Éste era una parte consustancial de Apolo. Ambos fueron llamados Redentor o Salvador. El gallo anunciador de la mañana luminosa les era sagrado. Por este hecho es que bien dijo Sócrates, antes de tener que escanciar la mortal cicuta, a sus discípulos que no debían olvidar sacrificar un gallo a Esculapio. Confiando en el salvador Apolo y en el redentor Esculapio, Sócrates esperó reconfortado el nuevo mañana... Además de los campesinos y pastores, Apolo se hizo familiar a los caminantes y navegantes, partió con ellos sobre tierras y mares, montañas e islas, consciente de su propósito. Además del monte Parnaso del norte de Grecia, donde se encuentra el famoso templo de Delfos, lo que más debe de haber querido es la isla de Delos,