LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 74
en 1576 confió su nombre a la pared de la cueva. Cuatro décadas
más tarde era asesinado por la espalda por el católico fanático
Ravaillac. Enrique era descendiente por vía directa de
Esclarmonde de Foix. Su sepultura puede que esté en las cercanías
de aquella formación petrificada bajo la cual reposan su sueño
eterno Heracles y Pyrene.
Los testimonios de la época de los albigenses me han
conmovido profundamente. Hay muchos, pero son difíciles de
hallar. Me costó todo un año poder ver una embarcación que hacía
muchos siglos un cátaro había dibujado con un carbón en la
eterna noche cavernal sobre la pared de mármol. Representa una
barca de los muertos, el sol portador de vida y de todos los
inviernos volviendo a renacer le sirve de velamen. Próximos a este
dibujo desenterré del suelo arenoso huesos humanos. Estaban
carbonizados. Por esto es que me pregunto: ¿quemarían los
cátaros a sus muertos? No pueden ser víctimas quemadas hasta la
muerte por los inquisidores de Roma, porque las cenizas de los
herejes se esparcían a los cuatro vientos.
Descubrí además un árbol, el Árbol de la Vida, también
dibujado con carbón y, en una cueva muy enigmática, la figura
de una paloma esculpida en la piedra, símbolo del Dios-Espíritu y
que debe haber sido el emblema de los Caballeros del Grial.
Con tristeza empaqueto mi hatillo para abandonar para
siempre el Sabarthés. También tengo que dejar un gato que desde
hace tiempo me viene siguiendo los pasos, hasta ser mi
acompañante permanente, incluso en las cavernas. Me fue fiel. Es
un animal que con su actitud desmiente a esos monjes medievales
que hicieron cargar a los herejes con el injurioso mote de que eran
"traidores como los gatos".
Por siempre recordaré el Sabarthés, el Montségur, el Castillo
del Grial y el Grial, que puede haber sido aquel Tesoro de los
Herejes sobre el que leí en los registros de la Inquisición.