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lleros por Federico Barbarroja. Con esto no se quiere decir que las
figuras de Parzival y Herzeloyde sean creaciones del poeta Kyot-
Guiot, ya que entonces las narraciones legendarias sobre el Grial y
sobre Parzival estaban ampliamente divulgadas y eran profundamente
deseadas. Se puede deducir, además, que son de una antigüedad de
mucho más de setecientos años. Lo que quiero decir es solamente
que Kyot-Guiot cantó alabanzas a sus anfitriones como si éstos fue-
ran una Herzeloyde y un Parzival.
Octavo: aunque Roma haya destruido los escritos de los cátaros,
nosotros poseemos, de todas maneras, el Parzival, de Wolfram,
un poema sin lugar a dudas dictado por la cataridad.
S AINT -G ERMAIN EN L AYE
Desde hace varias semanas trabajo en la Biblioteca Nacional de
París. Aquí se conservan los registros de la Inquisición, que pueden ofre-
cer una explicación clara sobre el trágico fin de Montségur. Ahora
sé que en aquella noche del Domingo de Ramos en que Montségur
fue traicionada, cuatro sacerdotes heréticos envueltos en paños de
lana se descolgaron desde la cima del castillo para salvar su
"Tesoro de la Iglesia". El propósito se cumplió totalmente.
Pudieron entregar el preciado bien al caballero herético Pons
Arnold, señor del castillo Verdun en el Sabarthés.
Sabarthés se llama el barranco del río Ariege, al poniente del
monte Tabor. Desde Montségur sale hacia allá un sendero para ga-
nado mular, la Route des Cathares, la Ruta de los Cátaros. Si el
misterioso tesoro de los cátaros del cual informa la saga y al que
sólo hay que alzarlo a la superficie Cuándo los demás hombres
estén en la iglesia, y este Tesoro de la Iglesia, que quizás haya sido
el Grial, son la misma cosa, entonces habrá que buscarlo en el
Sabarthés.