LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 54
perfectus. De aquí provino el cantante y enamorante chevalier errant,
el caballero errante, y pasó a convertirse probablemente en chevalier
parfait, caballero perfecto; de un pregaire, rogador o buscador, lle-
gó a ser un trovador, un hallador o encontrador. La categoría de
chevalier errant habría correspondido al de un credens herético, y
la categoría del chevalier parfait, a la de un perfectus herético. Las
denominaciones latinas primero fueron introducidas por los
inquisidores escribientes en latín. En lo que atañe a la Table Ronde,
la Mesa Redonda, de la que los poemas medievales tantos prodigios
supieron cantar, será el símbolo de la comunidad de los perfecti y el
objetivo de los anhelos de los chevaliers errants, ya que tiene la
forma "perfecta" de un círculo. La redondez de la tabla de Arturo
y la redondez del Grial deben considerarse como el mundo poético
del amor glorificado de los cátaros.
A mi pregunta de si él conocía la leyenda del Castillo del Grial,
Montségur; y de si él la tenía por seria, me dio un franco sí por
respuesta. En las escuelas y universidades se enseña -prosiguió
monsieur Rives- que los trovadores fueron unos zánganos
sentimentaloides y efusivos que dejaban las preocupaciones cotidianas
a mecenas y protectores, y que no conocían otra ocupación más que
empeñarse, por medio de canciones y cortesía, en obtener los favores de
una dama, con frecuencia una mujer casada. Esto hay que atribuírselo
a un falseamiento de los hechos verdaderos llevado a cabo
conscientemente por Roma después de la cruzada contra los
albigenses.
Quien lea sin prejuicios las canciones del Minnesang provenzal
pronto constatara que los trovadores nunca nombran a sus damas por sus
nombres, sino que le cantan alabanzas de "rubia dama", de "dama de
la bella faz" o de "luz del mundo". Estas damas no serían otras
que la simbolización de su Iglesia del Amor [M innekircher], y
todos los trovadores que, a manera de ejemplo, elogiaban a su rubia
"dama de Toulouse" o a su "señora de Carcassonne" no se referían a
otra cosa que no fuera la Comunidad Cátara Secreta de Toulouse o
Carcassonne. Como último fin, los inquisidores de Roma introdujeron