LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 53
papel de carta, sobre la que, lo más cuidadosa y más bellamente que pude,
escribí algunos versos de Wolfram von Eschenbach. Dicen así:
Desde la Provenza hasta tierra alemana Nos fue
enviada la leyenda auténtica. Lucifer se perdió al
bajar Con su rebaño al infierno, Entonces el
hombre nació. ¡Pensad lo que Lucifer obtuvo
Junto a los camaradas de lucha! Ellos eran
inocentes y puros...
Quisiera creer que fueron las huestes de Satán y no las de Lucifer
las que se apostaron frente al Montségur para obtener el Grial caído
de la corona del portador de la luz, Lucifer, y guardada por los Puros.
Puros eran los cátaros, pero no los frailucos y aventureros que con la
cruz al pecho querían preparar la Provenza a favor de una nueva
estirpe: su propia estirpe.
UNA VEZ MÁS LAVELANET
Hace pocas horas me fui del caserío de Montségur. El carricoche
tirado por mulas que llevará mi equipaje al valle llegó hace un rato.
Mi escritorio está en el jardín delantero del albergue, junto a una
higuera. En las grandes fabricas de tejido aullan las sirenas, es el
cambio del turno de trabajo. Alrededor de la mitad de todos los ha-
bitantes de esta pequeña ciudad, averigüé, son tejedores; y el arte del
tejido se ha generalizado desde tiempos inmemoriales.
También a los cátaros se les llamó tisserands, tejedores...
Volví a ser huésped del octogenario monsieur Rives, como lo llamo.
Gracias a él logré datos importantes: Minnesang y Herejía habían
sido congéneres antes de la época de la cruzada contra los albigenses.
A favor hablaría el que la cataridad pidió ser una Gleyiza d'amours,
una Iglesia del Amor, y que el ritual de escuchar atentamente a un
trovador por parte de su dama se llamaba consolament, consuelo,
como es bien sabido, también se denominaba así al acto de consa-
gración que permite a un credens herético convertirse en un