LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 46

gracias a la inclinación y amplitud del movimiento de la varilla detectara, podía describir el sarcófago. Es de piedra, y encima de la lápida hay una paloma de oro. REPRIMÍ UNA SONRISA Nunca había tenido desde la cima de la montaña del castillo una vista más bella que la que tuve hoy por la mañana. Hasta Carcassonne, donde una vez se mantuvo firme la corte de los reyes visigodos, y hasta Toulouse, la llanura se me ofrecía abierta. En lo más remoto al este creí divisar el mar que, entre los montes Negros y los montes de Alarico, resplandecía argénteo. A mis pies asomaba, desde el verde exuberante, la abadía Notre Dame de Prouille: con- vento matriz de la orden de los dominicos, patria del rosario y cuna de la Inquisición. La abadía es una fundación de santo Domingo, a quien, en ocasión de una visión que tuvo de la Madre de Dios, le fue ordenada la introducción del rosario y la exterminación de los here- jes: desde ese momento tuvo entre ceja y ceja a Montségur. Nunca puso sus pies en el castillo herético: antes de que éste fuera ocupado por sus iguales, tuvo que cerrar para siempre sus ojos y, si la iglesia instruyó correctamente, entró a la comunidad de los santos. Santo Domingo cargaba muchas muertes humanas sobre su conciencia... Por el noreste de Toulouse, por donde se cierne un leve vaho, ha de estar Albi, que les otorgó el nombre de albigenses a los herejes, debido a que cobijó al mayor número de ellos. De forma totalmente nítida divisé a mis pies, a más de mil metros de profundidad, la pequeña ciudad de Mirepoix. Sé que en tiempos anteriores a Cristo se llamó Beli Cartha. Significa ciudad luminosa, ya que Belis y Abellio, en esta región, fueron los nombres de la divinidad luminosa. En dirección norte, puede que a cuatro horas de camino, vi sobresalir entre dos alturas destacadas al castillo de Foix. En sus vidrios se reflejaba el sol matutino. Al oeste y al