LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 45
pone dale que dale a sacar cuentas. Las prebendas y la limosna no le
alcanzan para vivir. A veces se marcha algunos días a visitar parientes
en las cercanías de Veleta, retoma cargado de pan y embutidos.
La iglesia, una mísera construcción, es visitada casi
exclusivamente por niños de escuela. Los adultos, exceptuando un
par de arrugados ancianos, sólo aceptan ir a la iglesia para el día
de las ánimas, el único día del año en que el cura junta a su
comunidad. En el día de las ánimas se conmemora a los difuntos.
Junto a la iglesia del pueblo vive aquel ingeniero de Bordeaux
que busca el tesoro de los albigenses y con el que trabé conocimien-
to el primer día de mi estancia aquí. El castillo es propiedad de la
comunidad, me dijo, y él había dejado estipulado por contrato que
le cedería la mitad del tesoro en el caso de que su empresa fuera
afortunada. Este tesoro consiste, lo sabe exactamente, de oro y
plata.
Abriga además la esperanza de hallar el Evangelio no falsificado
de san Juan, que contendría la verdadera doctrina de Jesucristo y
que habría estado en poder de los albigenses. Con éste la Iglesia
romana, falseadora del Evangelio, habría deseado destruir el ver-
dadero y único mensaje de Dios hecho hombre.
Le pregunté de dónde sabía esto con tanta exactitud.
Eso no podía revelármelo. Pertenecía a una sociedad secreta que
exige de sus adeptos completo silencio. Lo que podía contarme era
que los albigenses habían sido exterminados hasta el último de sus
hombres por los inquisidores y sus sayones; con todo, el verdadero
Evangelio de san Juan halló en el interior de la montaña del
castillo, que era hueca, un seguro lugar de asilo. Durante el largo
tiempo que el castillo estuvo en poder de los romanos, a menudo
éstos excavaron y rebuscaron para encontrar la Sagrada Escritura de
san Juan. En vano. Amén de eso, a él le sería conocido -de esta
manera siguió contando- dónde se encuentra la tumba de
Esclarmonde. Un zahorí le había indicado el lugar y también,