LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 42

LAVELANET Durante el viaje hacia los altos Pirineos apenas he podido ver algo. Desde ayer llueve torrencialmente. También aquí parece querer retener su entrada el otoño. Finalmente viajé en un autobús de correos. Campesinos que llevan sus productos al mercado de Lavelanet eran los viajeros. Muy pronto lograron sonsacarme que soy alemán y que me instalaría en sus montañas. Gustosamente me hubieran enseñado el castillo de Montségur, que debe dominar hasta muy lejos el paisaje, pero las nubes lo cubrían. ¿Es cierto que usted busca el tesoro de los albigenses?, me preguntaron una y otra vez. Supe que hacía poco había aparecido en un diario de Toulouse un artículo a este respecto. Una pequeña y limpia hostería me proporcionó albergue por la noche. A eso de las diez de la mañana siguiente pude proseguir con el hijo del hostelero, un médico, la travesía al pueblo de Montferrer, que quiere decir Monte de Fierro o Hierro, y desde allí continuar al caserío Montségur. Él tenía enfermos que atender. Después de cenar, un octogenario me invitó a su casa para mos- trarme su colección de hallazgos. Llevaba décadas cavando en las ruinas del castillo y en las grutas de su pueblo. Huesos de osos y de leones de caverna, herramientas de piedra, flechas de hueso, de bronce o de hierro, fragmentos y muchas otras piezas me dejó ver, solícito y con orgullo. También había explorado, aunque superfi- cialmente, los escombros del castillo Montségur. Armas, ladrillos y proyectiles de piedra que se habían echado a rodar hacia el valle, contra los atacantes, eran los objetos más importantes que había hallado. Por último sacó de un escriño, con mano cautelosa, palomas de barro: palomas confeccionadas de arcilla, que también