LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 234

Walberberg, antes canónigo de Colonia. Como su cofrade Cesarius, al que tenía que agradecer su conversión, informa que Gevard procuró "olvidar una juventud vivida sensualmente". Sin embargo, renunció a su actividad de abad -que también incluía la recepción solemne del diente del bautista Juan- debido a que Felipe de Suavia y Otto de Brunswick reñían por la corona del Imperio alemán. Mal cariz tomaba en aquellos tiempos el Sacro Imperio romano germánico. A la guerra y a la corrupción moral se sumaron las malas cosechas y la hambruna. Cuándo la miseria llegó al extremo y el número de las bocas hambrientas que congestionaban el convento ascendió a mil quinientas, entonces el cielo bendijo al pueblo monástico saciando su hambre: los pequeños panes en el horno del claustro salían de él con un tamaño gigantesco. Había ocurrido un milagro, sólo era necesario creer. No, las cosas no eran fáciles para el abad Gevard. Cierto día fue admitido en el convento un joven de nombre Richwin. Pero sucedió que el novicio Richwin era torturado por el más ardiente amor por una mujer, y ésta le escribió cartas rogándole que abandonara el claustro y volviera a ella. Lo peor era que Richwin cada vez que recibía una carta o Cuándo se sentía arder de amor por ella, se arrojaba al suelo y gritaba a voz en cuello. Allí era difícil recibir un buen consejo para estas lides y sólo Dios podía brindarle ayuda. Sobre este intríngulis, tanto el abad Gevard como los monjes de Heisterbach, de común acuerdo, enviaron rogativas al cielo "Tándem per Dei gratiam truimphans factus est monachus", hasta que el novicio triunfante por la gracia de Dios se convirtió en monje. Aún hay que informar algo, que nos hace aguzar el oído, acerca del abad Gevard. Cierta vez aconteció, según escribió Cesarius, que los monjes de Heisterbach se durmieron mientras su abad predicaba en el cabildo. Mientras hablaba de santos milagros y otras cuestiones