LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 228

Una vez que los atenienses habían subido la vela hacia el templo del burgo y hacia la lanza, las hijas más nobles de la ciudad tejían un emblema de cuervos que era desplegado en el mástil del santo barco; y finalmente el barco era abandonado a orillas del mar, al viento favorable de la suerte, para que éste lo condujera a donde quisiera. Santo barco... En el Argo, que quizá fue un arca, viajaron por el mar los más afamados héroes helenos. Levaron velas al norte. El salvador Jasón era la autoridad del barco. Orfeo, los dióscuros Castor y Pólux, así como Heracles, fueron sus compañeros. En la proa del barco se intercaló un tablón de encina parlante que se había traído de Dodona, donde susurra el bosque de encinas más sagrado de Grecia. Durante su viaje los argonautas realizaron proezas de toda clase hasta que hallaron aquello por lo que habían viajado contra viento y marea: el Vellocino de Oro de la deificación. En la Edad Media se le apreciaba como "piedra filosofal"... Wieland, el herrero cojo, se encerró en un tronco de árbol y se dejó llevar, cual argonauta, por este "barco" a su destino, para quedar exculpado. Antes que el rey Nidhod, del que quería vengarse, lo hubiera dejado cojo, él y sus dos hermanos habían tomado por sorpresa a tres muchachas cisnes en Myrkwid, el "bosque oscuro" que "en la batalla eligen los muertos". Fatigadas, las valquirias se habían echado a descansar a la orilla de un lago llamado Wolfsee, se habían despojado de sus vestidos de cisne y habían extendido unos lienzos blancos. Egil y sus dos hermanos hicieron desaparecer bajo los lienzos los vestidos de cisne y llevaron al hogar a las tres vírgenes como sus mujeres. Un día, después de que habían transcurrido siete inviernos, las mujeres se adentraron en el Myrkwid y nunca más regresaron. Aún mayor fue la pena de Wieland Cuándo también su hijo Wittege quiso abandonarlo: "Padre, no quiero ser