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elementos, para exterminarlos por ser vergüenza eterna para
los pueblos de la tierra, sin miramientos de sexo ni edad,
ningún castigo sería suficiente por sus delitos. Si ellos no pu-
dieran ser convertidos, se tendría que echar mano a los medios
más fuertes; a las heridas que no sanan con medios moderados
hay que aplicarles el fuego y la espada". Dicho y hecho, el 10
de junio de 1233, Konrad von Marburg recibió la orden de
predicar una cruzada contra estos luciferinos; tanto el arzobispo
de Maguncia como el obispo de Hildesheim recibieron la orden
de poner a disposición la totalidad de las fuerzas con las que
contaran, "para exterminar de raíz a los viles". El maestro
inquisidor Konrad von Marburg no pudo ejecutar la orden.
Veinte días después era muerto cerca de Marburg. Konrad,
que no tuvo miramientos con nadie, imploraba clemencia entre
sollozos. Fue en vano.
"Como recordatorio de este asesinato, en el sitio probable
del hecho se levantó una capilla en Kappelin, cerca de
Marburg. El cadáver fue llevado a Marburg y enterrado al
lado de santa Isabel. Cuándo su osamenta llegó a la soberbia
iglesia de Isabel, fue también inhumada allí."
Konrad von Reisenberg, obispo de Hildesheim, mantuvo el
derecho a seguir predicando una cruzada contra el Westerwald.
Esta cruzada fue ejecutada por el landgrave Konrad von
Thüringen y Hesse. La vieja "Crónica rimada de Hesse"
inforrna acerca de esto de manera breve y concluyente:
En tiempos del landgrave Konrad,
En esta región muchos herejes había.
El conde Heinrich von Sayn era uno de ellos,
Pero se hizo convertir.
Por aquel mismo tiempo,
Caballeros, sacerdotes y gente honrada
Fueron víctimas de la herejía y