LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 214

labranza mientras la araban y sembraban. La señora Hel también es el amor trayendo vida nueva, y, puesto que todo lo viviente debe morir, trae en sí la muerte. Ella es el amor, el de mujer a hombre y ese amor que la madre prodiga a sus hijos. Grande es el amor de la madre grandiosa. Desde Trutenstein vi unas elevaciones del bosque Westerwald muy cerca de mí: el Ketzerstein (Piedra del Hereje) y el Hohenseel-bachskopf. Ambos están, como me señaló mi guía, entretejidos de leyendas. Pero sólo pude conocer la saga del Hohenseelbachskopf, que dice así: Sobre la cumbre del monte se irguió antaño el castillo del caba- llero Von Seelbach. Debe de haber sido sólido, y los señores en Hohenseelbach, autodenominados "amigos de Dios y enemigos de todo el mundo", poco deben de haberse preocupado por la paz del país en general, que entonces había sido firmada. Un día el arzobispo Balduino de Tréveris fue encomendado por el emperador alemán para desalojar al caballero de Seelbach. Todo un año permaneció Balduino frente al castillo sin lograr cumplir su propósito. El señor del castillo y su ama de casa creyeron y afirmaron que, mientras no se convirtiera en piedra el haya que estaba frente al castillo, tanto menos podría ser vencedor el arzobispo. Pero los sitiadores lograron conquistar el fuerte Hohenseelbach, en 1352. El haya se petrificó. Cuándo la castellana de Hohenseelbach vio que el juego estaba perdido, pidió al arzobispo que le permitiera llevarse su dote. Los de Tréveris pensaron que se refería a sus joyas y le otorgaron el permiso, con la condición de que no podría llevarse más de lo que pudiera portar. Se llevó a su marido y lo trasladó hasta el fondo de Zeppenfeld. Todavía a fines del siglo XVIII quedaban restos del castillo; hoy han desaparecido.