LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | страница 201
Roma, por lo que habría que leer: ¡Oponed resistencia a Roma!
Desde el cabezo del solsticio abarqué con la vista el distrito de
Hesse y Nassau, donde abundaban los cátaros en el siglo XII.
Sus adeptos, en general los nobles y los campesinos libres, los
llamaban amigos de Dios u hombres de bien. Recuerdo al Rey del
Grial y buen hombre Anfortas de Wolfram von Eschenbach...
MARBURG
Hace setecientos años vivió aquí el magíster y maestro
inquisidor Konrad: gran inquisidor de Alemania.
En el año 1231 el papa Gregorio IX escribió una carta al magíster
Konrad en la que le expresaba su agradecimiento y le otorgaba a él,
su "hijo amado", los siguientes poderes: Konrad debía reclutar
ayudantes idóneos, de donde quisiera; podía imponer el interdicto a
su arbitrio, como también el destierro. El maestro inquisidor y sus
cómplices (uno de ellos, de nombre Hans, alardeaba de poder ver a
través de las paredes de una casa al hereje que allí estuviera) orga-
nizaron un regimiento terrorífico sin precedentes en Alemania.
Prestaron oídos a toda denuncia y pidieron cuentas a todo aquel que
algo dijera de cualquier herejía. Aquel que negaba era quemado "el
mismo día de haber sido sentenciado sin que fuera posible ningún
tipo de defensa o apelación". Para todo acusado inocente había una
sola posibilidad: declararse hereje arrepentido. Así salvaba la vida, se
le cortaba el pelo hasta las orejas, tenía que coser una cruz sobre su
vestimenta y todos los domingos, semidesnudo, ir a la iglesia entre la
epístola y el Evangelio para ser azotado.
Cuándo cerca del año 1212 fueron detenidos los herejes de
Estrasburgo, "se hizo abrir una fosa profunda y amplia para la crema-
ción, que en el día de hoy se llama la Fosa de los Herejes; a su interior
se condujo a los herejes entre grandes lamentaciones; sus hijos y sus
amigos les suplicaban que se convirtieran al cristianismo, pero ellos
permanecían impertérritos, cantaban y rezaban invocando a Dios,
decían que no podían abandonar a su Dios; por propia voluntad cami-