LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 193

Turingia, Dinamarca, Noruega o Grüland: Groelandia). Y con Zarathustra, Eneas, Platón, Heracles, Alejandro, Virgilio, Sigfrido y los Nibelungos; con Sibich, adversario de Dietrich von Bern, y con Wolfhart, partidario de Dietrich, Wolfram crea la interpretaciones más diversas que puedan imaginarse. Los verdaderos trovadores debían conocer en profundidad la historia y los mitos, tenían que poseer, por así decirlo, un saber enciclopédico. Wolfram y su fuente autorizada, Kyot-Guiot, satisfacían tan bien este requisito fundamental, que hasta el día de hoy el Parzival nos llena de reverente admiración, por lo que debemos incluirlo entre las creaciones más sublimes del espíritu humano. Hasta el siglo XIII de la era cristiana había permanecido activa una fuerza que, junto con el catarismo en Europa, era independiente de la Roma vaticana, y que no precisó ser limpiada de toda mitología judaica porque no la había tolerado o sólo lo había hecho muy superficialmente; una fuerza influyente desde hacía mucho en un enorme espacio geográfico -desde la India hasta las Columnas de Heracles, desde Groenlandia hasta Sicilia-, pero que sabía que su centro siempre estaría en un único "polo": en el polo norte, en el Polus Articus, como lo nombra Wolfram durante la "guerra poética" en el Wartburg; una fuerza que unió a hombres de los más diversos puntos cardinales y naciones, pero de la misma raza y del mismo origen. Adhiriéndonos a los más antiguos mitos arios, la llamamos "fuerza aria". Todos los partícipes de esta fuerza aria supieron del origen de su linaje en el alto norte. Ellos conformaron una comunidad para la que no importaban fronteras políticas ni distancias geográficas. Esta comunidad de Minne, como era ya denominada por esos tiempos, conservaba y cuidaba las Santas Escrituras de los arios levantinos, los mitos de los celtas, los