LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 170

había unido con la sangre norteña de mis ancestros celtas y helenos, odiaban tan profundamente. Un día arrastraron hasta aquí a los peregrinos de las cruzadas contra los albigenses y mataron a todo el que se cruzaba en su camino. Lo hacían por Roma. Entonces llegaron los inquisidores. Torturaban y quemaban a quien no era de su creencia. Porque estaban al servicio de Roma. Finalmente los hugonotes fueron perseguidos y aniquilados porque Roma no los quiso soportar. Ahora somos católicos romanos y somos parte de Francia, que se vanagloria de ser la hija más amada de Roma. Mis ancestros claman y denuncian. ¿ No los escucha? Soy una vieja, mis días están contados. He hecho todo lo que he podido para ayudar a justificar y lograr el reconocimiento de mis antepasados y su luminosa divinidad. ¿ Querría prometerme que, Cuándo yo ya no esté, proseguirá mi obra? Usted, un alemán, debería hacerlo, porque llevamos la misma sangre. ¿ Me lo promete?".
Se lo prometí, y mantendré mi promesa. En otra ocasión estuvimos juntos en Montségur, dejamos el coche en la carretera, bajo el caserío, y fuimos al Camp des Crémais, Campo de las hogueras. Las matas de remolachas forrajeras abundaban. Guardamos silencio y levantamos la vista hacia el castillo que en el interin el ingeniero bordelés y buscador de tesoros había abandonado. Los medios económicos de la " sociedad secreta " de la que me había hablado se habían acabado demasiado pronto. Le hablé a la condesa sobre mi patria alemana. Lo hice con fervor. También le conté acerca de nuestro poeta Hólderin, que, pobre y acosado, vivió una vez en el sur de Francia. Aquí lo golpeó, como le escribió a su amada Diolma, de súbito, Apolo. Y mientras rememoro a Hölderin, quieran los manes de los cátaros quemados en las piras por clerizontes y monjes sentirse todavía más consolados esperando reconfortados el Día del Juicio y a su tribunal. Recité los mismos versos que Hölderin hace a su Empédocles lanzar a la cara de un cura antes que él, ya sobre el Etna- llamado en la Edad Media Monte de Bel-, fuera a la muerte. Empédodes siguió el camino al más allá con Dietrich von Bern como ejemplo. Despreciaba a los curas: