LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 168
adornada con violetas y rosas, y sobre la cabeza llevaba una
guirnalda de caléndulas. Cabalgaba sobre un majestuoso corcel
como yo nunca antes había visto: una mitad era negra cual la
noche y la otra blanca cual marfil. Un carbúnculo en la rienda
fulguraba cual sol. Lo que yo no sabía es que el caballero era Dios.
Tampoco supe quiénes eran la dama, la damita y el paladín. Antes
yo no había visto que integraban su séquito. Pero entonces fue
Cuándo escuché extasiado cómo el caballero y la dama cantaban
juntos una nueva canción, en la que terciaban las aves. Y la dama
dijo al caballero, una vez que la canción hubo terminado, que
necesitaba descansar, pero cerca de la fuente de una pradera,
porque a ella no le gustan los castillos. Y el caballero le indicó
un sitio apartado, bajo un laurel, junto al cual una fuente
manaba sobre piedras. Después, el caballero me habló:
"Amigo Vidal, sabed, yo soy Amor; la dama se llama Gracia; la
damoiselle, Pudor, y el paladín, Leal". Así es: he visto a Dios y Dios
es Amor, es Minne.
"Peire Vidal -respondí en voz alta-, tú has encontrado a Lucifer,
entonces te llamas Luzibel."
Despierto sobresaltado y estoy a solas conmigo. Pese a que las
ventanas de mi habitación están bien cerradas, penetra aguda una
nueva canción de moda: una canción de negros, apropiada para
cantar bajo inmensas palmeras africanas. Ante mí, entre la piedra
del Parnaso y la piedra del Montségur, hay una rama de palma.
Puede que sea un vástago de encina o un haz de laurel. La guardo
bajo llave.
Es el fin del encantamiento...
Hoy recibí de Carcassonne una noticia amarga para mí, que la
condesa P., mi querida amiga maternal, ha fallecido de modo repen-
tino. Durante el sueño nocturno se quedó dormida para siempre.
¿No sucede, con los seres que verdaderamente se quieren, exacta-
mente lo mismo que con la patria? Mientras más lejos se encuentren,