LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 152
alcance de la mano, están como espolvoreadas de azúcar con nieve
nueva. En sus valles y sobre sus alpinos pastos estivales todavía
moran familias godas.
Por debajo de mí, en la vaguada del Eisack, se extiende por
donde mire, rígido, un impenetrable mar de nubes. Sólo de Cuándo
en Cuándo se desprende un jironcillo de nubes, y, trémulo, se
desvanece. El sosiego y la luz son majestuosos. Aquí arriba no se
puede hacer otra cosa que ser devoto y mirar el mundo, que tan
sublime y hermoso es. También aquí, en la altura, se está a solas
con ese Aquel que solamente sobre altas montañas ofrece diálogo
directo...
B RIXEN
Recién hoy, tres días después de mi llegada a esta bella ciudad, he
ido a visitar el sepulcro del trovador Oswald von Wolkenstin, la
catedral con su claustro policromado y las arcadas antiguas.
También vi mancebos vestidos de largo hábito negro que nunca
experimentarán la alegría de ser padres. Como sacerdotes en
cierne, han traicionado la vida y su ley. En poco tiempo se
convertirán en los iguales de esos que acabo de ver arrastrando los
pies, con cuerpos marchitos y mirada perdida en las lejanías,
yendo por las calles angostas de Brixen en dirección al nuevo
convento de los agustinos: los sacerdotes viejos. Un día todos han
de morir, y se los cubrirá con tierra. Nadie en el mundo los
recordará del modo en que guarda en su memoria el hijo a su padre
y el nieto a sus abuelos. Su sangre se extingue y la rosa del recuerdo
no podrá florecer nunca más.
Hace poco tiempo conocí a un conde Consolati. Gracias a él
pude saber que sus ancestros, señores y lugareños del Tirol en
tiempos idos, ostentaban el nombre de Tanhausen, que fueron los
poseedores de la fortificada heredad Tanhausen y que tenían su