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Roma, Milán y Verona son las únicas ciudades italianas que puedo
ir a recorrer. Con gusto hubiera ido a visitar Nápoles, en cuyas cer-
canías, en el Mons Lactarius, fueron exterminados los últimos
ostrogodos durante el reinado de Teja en 555. Florencia, que una
vez estuvo completamente entregada al catarismo y donde un
Dante alabó en Minne a la "casada" Beatriz Rávena, donde el rey
ostrogodo Teodorico residía en los tiempos de paz y donde
"construyó con sus propias manos su jardín". Si amenazaba guerra,
el rey trasladaba su corte a Verona, alabada por muchos poetas
antiguos como Bern. Como he dicho, Roma, Milán y Verona son
las únicas ciudades que veré. También habría ido gustoso a Loreto,
a orillas del mar Adriático, debido al lugar católico de
peregrinaciones, Nazaret. Allí muestran la casa natal de la Madre
de Dios, María, a la que un ángel trajo aquí en una noche desde
Palestina.
Teodorico, nuestro Dietrich von Bern, hizo traer a Rávena aquel
famoso tesoro de los godos, que antes había estado en posesión de
los romanos, desde Carcassonne, adonde lo había llevado el rey
ostrogodo Alarico. El Grial debe de haber estado entre estas joyas.
Me pregunto si Dietrich, en Rávena, la tan alabada ciudad Raben,
habrá sido Rey del Grial. Una segunda pregunta suscita el antiguo
poema de la "Guerra del Wartburg". Érase una vez en Roma una
rica familia que "was in armuot kommen durch ir edelen mílten
muot" (se había empobrecido debido a su hidalga y clemente
valentía). ¿Habrá sido esta rica familia la dueña del tesoro de los
godos?
Justamente hace cien años, antes de la decisiva batalla en Mons
Lactarius, cerca de Napóles, vino al mundo el rey ostrogodo
Teodorico. El decimocuarto rey de descendencia directa de la estirpe
real de los Amala, "los que en cierto modo vencieron gracias al
hado, y que fueron llamados por los godos semidioses o Ansis
(Ases)". El primer Amala debe de haber sido Gant, entre quienes
algunos creen que debiera incluirse al propio Dios. Otro "al que
los godos veneran entre los dioses de su pueblo" era Taunáis o
Thanauses. Otro más fue Ermanarich, que debe de haberse