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mundano a la vez, porque con gusto voy a teatros y a salas de
concierto. "Los discípulos de la Compañía de Jesús no deben ir a
espectáculos públicos, romerías ni a otras representaciones ni a
ejecución de delincuentes, aunque sí pueden hacerlo para la
ejecución de herejes". En aquellos tiempos pasados a mí también
me hubiesen quemado.
GENOVA
Me encuentro en suelo italiano. Hace un calor abrasador. Ayer
pasé el día en Monaco; su nombre deriva del Heracles Monoiko.
Esta noche sigo mi viaje a Milán. A mis oídos llega un cantar senti-
mental; un señor se lamenta de su nostalgia di baci y su
nostalgia d'amore; nostalgia de besos y de amor. Se me ocurre
un juego de palabras: la inversión de amor es Roma. Una vez, los
genoveses se sintieron muy orgullosos de su Sacro Catino, su
Cáliz Sagrado. Ha sido el Grial, y seguramente aquel que utilizó
José de Arimatea con ocasión de la Pasión de Jesús Cristo. Un
cronista medieval, Wilhelm von Tyrus, aseguró que el Grial genovés
fue conservado inicialmente en el templo de Heracles en Tiro y
luego cayó en manos de los musulmanes. Según informes
posteriores, los genoveses lo capturaron durante las cruzadas
palestinas y se lo llevaron a su ciudad. Se lo tenía por una
esmeralda hasta que Napoleón lo hizo examinar en 1806 y se
constató que era vidrio en pasta verde oliva. Lo que debe de haber
indignado a los genoveses.
También son malos para hablar sobre el verdadero descubridor de
América. Sólo a regañadientes reconocen que un vikingo pagano
y bárbaro de Islandia, medio milenio antes del cristiano genovés
Cristóbal Colón, había descubierto el Nuevo Mundo. El Nuevo Mun-
do no me atrae, pero quiero ver Islandia. Muchos creen que es la
Thule de la que el esforzado Pytheas llevó noticias a su casa.
Siento ardientes deseos de nubes y temporales, de nieve y hielo.