los que son interrogadores y héroes. A éstos les irá como a Lucifer, que desde el cielo cayó a lo más profundo por querer sentarse sobre la Montaña de la Asamblea en el más lejano Septentrión. En el más profundo Norte debe de estar situada esta montaña, ya que el Norte es la isla de la Medianoche. Allá dominan el hielo y la nieve, tal como dominan sobre el glaciar de la sierra Maledetta. ¿ Quién sería el primero que llamó a esta montaña, la mayor y más hermosa del Pirineo, la maledeite sierra? Puede que hayan sido los mismos que cargan sobre sus conciencias la tragedia de los cagots.
He comprendido muy bien por qué el papa, con la cruzada contra los albigenses, quería a la Provenza y al Languedoc " dejarlos preparados para una nueva estirpe ". Había que erradicar totalmente del sur de Francia la sangre germana, porque ésta, la del norte, no era sagrada para Jerusalén o Roma.
A los germanos se los convirtió en bárbaros; a los vándalos se los convirtió en destructores vandálicos; a los borgoñeses, en bougres-que en Francia es uno de los peores apodos injuriosos-, y a los cátaros los llamaron herejes. ¡ Cuánto ha tenido que odiar Roma al germanismo! Eligió los medios y las vías más indignas y antidivinas que pudieran ser elegidos. Así es el aspecto de la historia de la religión occidental: a quien quisiera levantarse de las tinieblas de la ignorancia, Roma lo humillaba por la fuerza. A quien buscara desvelar los secretos del mundo y de la vida, lo enviaba al infierno o lo fulminaba, Cuándo no lo podía exterminar con anatemas y libelos difamatorios. ¿ Es acaso un delito que un hombre elija como objetivo la posibilidad máxima: el Ser Supremo? Roma llevó hombres a la muerte porque no quisieron rezarle a aquel Dios de los judíos que se ha arrepentido de haber creado el mundo y a los hombres. El papa de Roma ha hecho quemar a aquéllos y a otros los ha hecho padecer una muerte cruel porque no lo quisieron reconocer como representante de la divinidad, ya que es indudable que los papas, como la historia lo deja suficientemente claro, tuvieron que ser