LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 210
acaba generando por sí mismo y en sí mismo, por pura necesidad, algo
que, aunque esto pueda chocar a ciertas ortodoxias más sensibles,
participa de la naturaleza de lo divino, También se distribuyen allí
bienes espirituales, señor, Sí, y no se puede imaginar hasta qué punto
los detractores del Centro, por cierto cada vez menos numerosos y
cada vez menos combativos, están absolutamente ciegos para con el
lado espiritual de nuestra actividad, cuando la verdad es que gracias a
ella la vida adquiere un nuevo sentido para millones y millones de
personas que andaban por ahí infelices, frustradas, desamparadas, es
decir, se quiera o no se quiera, créame, esto no es obra de materia vil,
sino de espíritu sublime, Sí señor, Mucho me complace decirle, señor
Algor, que encontré en su persona a alguien con quien, incluso en
situaciones difíciles como la de ahora, siempre resulta satisfactorio
hablar de estas y otras cuestiones serias que me tomo muy a pecho
por la dimensión trascendente que, de algún modo, añaden a mi
trabajo, espero que a partir de su próxima mudanza al Centro nos
podamos ver otras veces y sigamos intercambiando ideas, Yo también,
señor, Buenas tardes, Buenas tardes. Cipriano Algor colgó el teléfono y
miró a su hija. Marta estaba sentada, con las manos en el regazo,
como si de súbito hubiera necesitado proteger la primera y todavía
apenas perceptible redondez del vientre. Dejan de comprar, preguntó,
Sí, hicieron un sondeo entre los clientes y el resultado salió negativo, Y
no comprarán siquiera los trescientos muñecos que están en el horno,
No. Marta se levantó, fue hasta la puerta de la cocina, miró la lluvia
que no paraba de caer, y desde allí, volviendo un poco la cabeza,
preguntó, No tiene nada que decirme, Sí, respondió el padre, Entonces
hable, soy toda oídos. Cipriano Algor se apoyó en el quicio de la
puerta, respiró hondo, después arrancó, No estaba desprevenido, sabía
que esto podría suceder, fue uno de los propios subjefes del
departamento quien me dijo que iban a hacer un sondeo para valorar
la disposición de los clientes hacia las figurillas, lo más probable es que
la idea haya nacido del propio jefe, Luego estuve engañada estos tres
días, engañada por usted, mi padre, soñando con una alfarería en
funcionamiento, imaginándonos saliendo del Centro por la mañana
temprano, llegar aquí y arremangarnos, respirar el olor del barro,
trabajar a su lado, tener a Marcial conmigo en los días de descanso, No
quise que sufrieras, Estoy sufriendo dos veces, su buena intención no
me ahorró nada, Te pido perdón, Y, por favor, no pierda el tiempo
pidiéndome que le perdone, sabe bien que siempre le perdonaré, haga
lo que haga, Si la decisión fuese al contrario, si el Centro hubiera
decidido comprar los muñecos, nunca llegarías a conocer el riesgo que
corrimos, Ahora ya no es un riesgo, es una realidad, Tenemos la casa,
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