LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 211

podremos venir cuando queramos, Sí, tenemos la casa, una casa con vistas al cementerio, Qué cementerio, La alfarería, el horno, las tablas de secado, las pilas de leña, lo que era y ha dejado de ser, qué mayor cementerio que ése, preguntó Marta, al borde del llanto. El padre le puso la mano sobre el hombro, No llores, reconozco que fue un error no haberte contado lo que pasaba. Marta no respondió, se recordaba a sí misma que no tenía derecho de censurar al padre, que ella también le ocultaba al marido un secreto que nunca le contaría, Cómo vas a conseguir ahora, perdida la esperanza, vivir en ese apartamento, se preguntaba. Encontrado había salido de la caseta, le caían encima gruesas gotas de agua que resbalaban del moral, pero no se decidía. Tenía las patas sucias, el pelo pingando y la certeza de no ser bien recibido. Y, sin embargo, era de él de quien se hablaba en la puerta de la cocina. Cuando lo vio aparecer y pararse mirando, Marta preguntó, Qué vamos a hacer con este perro. Tranquilamente, como si se tratase de un asunto mil veces discutido y sobre el que no merecía la pena volver, el padre respondió, Le preguntaré a la vecina Isaura Madruga si se quiere quedar con él, No sé si estoy oyendo bien, repita, por favor, dice usted que va a preguntarle a la vecina Isaura Madruga si quiere quedarse con Encontrado, Lo has oído perfectamente, eso es lo que he dicho, Con Isaura Madruga, Si sigues insistiendo en eso, yo te responderé con Isaura Madruga, entonces tú volverás a preguntarme con Isaura Madruga, y pasaremos así el resto de la tarde, Es una sorpresa enorme, La sorpresa no puede ser tan grande, es la misma persona a quien tú pensabas dejarlo, La sorpresa no es la persona, para mí la sorpresa es que haya sido usted quien tenga esa idea, No hay nadie más en la aldea, y probablemente en el mundo, con quien dejase a Encontrado, preferiría matarlo. Expectante, moviendo el rabo con lentitud, el animal seguía mirando desde lejos. Cipriano Algor se agachó y lo llamó, Encontrado, ven aquí. Escurriendo agua por todas partes, el perro comenzó sacudiéndose entero, como si sólo decente y presentable estuviese autorizado para acercarse al dueño, después dio una rápida carrera para encontrarse, al instante siguiente, con la cabezorra apoyada en el pecho de Cipriano Algor, con tanta fuerza que parecía querérsele meter adentro. Entonces Marta preguntó al padre, Para que todo sea perfecto, que no sea sólo tener a Encontrado entre los brazos, dígame si habló con Marcial de la cuestión del sondeo, Sí, El no me contó nada, Por la misma razón que yo no te lo conté. Llegado el diálogo a ese punto, tal vez se esté a la espera de que Marta responda, Realmente, padre, parece imposible, habérselo dicho a él, y a mí dejarme en la ignorancia, las personas en general reaccionan así, a nadie le gusta quedarse al margen, menoscabado en 211