LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 208
comunicación, hubo un silencio, un zumbido tenue, un clic, y la voz del
jefe del departamento de compras, vibrante, llena, sonó al otro lado,
Buenas tardes, señor Algor, Buenas tardes, señor, Supongo que
imagina por qué motivo le estoy telefoneando hoy, Supone bien,
señor, dígame, Tengo ante mí los resultados y las conclusiones del
sondeo acerca de sus artículos, que un subjefe del departamento, con
mi aprobación, decidió promover, Y esos resultados cuáles son, señor,
preguntó Cipriano Algor, Lamento informarle de que no fueron tan
buenos cuanto desearíamos, Si es así nadie lo lamentará más que yo,
Temo que su participación en la vida de nuestro Centro ha llegado al
final, Todos los días se comienzan cosas, pero, tarde o temprano,
todas acaban, No quiere que le lea los resultados, Me interesan más
las conclusiones, y ésas ya las sé, el Centro no comprará más nuestras
figurillas. Marta, que había escuchado con ansiedad cada vez mayor las
palabras del padre, se llevó las manos a la boca como para sujetar una
exclamación. Cipriano Algor le hizo gestos pidiéndole calma, al mismo
tiempo que respondía a una pregunta del jefe del departamento de
compras, Comprendo su deseo de que no quede ninguna duda en mi
espíritu, estoy de acuerdo con lo que acaba de decir, que presentar
conclusiones sin la exposición previa de los motivos que las originaron
podría ser entendido como una manera poco habilidosa de enmascarar
una decisión arbitraria, lo que no sería nunca, evidentemente, el caso
del Centro, Menos mal que está de acuerdo conmigo, Es difícil no estar
de acuerdo, señor, Vaya tomando entonces nota de los resultados,
Dígamelos, El universo de los clientes sobre el que incidiría el sondeo
quedó definido desde el principio por la exclusión de las personas que
por edad, posición social, educación y cultura, y también por sus
hábitos conocidos de consumo, fuesen previsible y radicalmente
contrarias a la adquisición de artículos de este tipo, es bueno que sepa
que si tomamos esta decisión, señor Algor, fue para no perjudicarlo de
entrada, Muchas gracias, señor, Le doy un ejemplo, si hubiéramos
seleccionado cincuenta jóvenes modernos, cincuenta chicos y chicas de
nuestro tiempo, puede tener la certeza, señor Algor, de que ninguno
querría llevarse a casa uno de sus muñecos, o si se lo llevase sería
para usarlo en algo así como tiro al blanco, Comprendo, Escogimos
veinticinco personas de cada sexo, de profesiones e ingresos medios,
personas con antecedentes familiares modestos, todavía apegadas a
gustos tradicionales, y en cuyas casas la rusticidad del producto no
desentonaría demasiado, E incluso así, Es verdad, señor Algor, incluso
así los resultados fueron malos, Qué le vamos a hacer, señor, Veinte
hombres y diez mujeres respondieron que no les gustaban los
muñecos de barro, cuatro mujeres dijeron que quizá los compraran si
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