LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 129
primera vez en un horno de alfarería vacío. Al contrario de lo que, por
naturaleza, sería de esperar, Encontrado no dejó marcado de orina el
nuevo sitio. Es verdad que comenzó obedeciendo a lo que el instinto le
ordenaba, es verdad que llegó a levantar amenazadoramente la pata,
pero se venció, se contuvo en el último y definitivo instante, quién
sabe si amedrentado por el silencio mineral que lo rodeaba, por la
rudeza tosca de la construcción, por el tono blanquecino y
fantasmagórico del suelo y de las paredes, quién sabe si sencillamente
porque sospechó que el dueño emplearía la violencia contra él si
encontrara emporcado con una meada infam