LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 111
es de las artes más lucrativas, según he oído decir, Una ejemplar
familia de artistas, notó Marta con una sonrisa medio irónica,
Felizmente se salva Marcial para que no se pierda todo, respondió
Cipriano Algor, pero no sonrió.
Éste fue el primer día de la creación. En el segundo día el alfarero viajó
a la ciudad para comprar el yeso cerámico destinado a los moldes, más
el carbonato de sodio, que fue lo que encontró como fundente, las
pinturas, unos cuantos baldes de plástico, cucharillas nuevas de
madera y de alambre, espátulas, vaciadores. La cuestión de las
pinturas fue objeto de vivo debate durante y después de la cena del
dicho primer día, y el punto controvertido radicó en si las piezas
deberían ser vidriadas y, por tanto, llevadas al horno después de
pintadas, o si, por el contrario, eran pintadas en frío después de
cocidas y no volvían más al horno. En un caso, las pinturas deberían
ser unas, en otro, las pinturas deberían ser otras, luego la decisión
tenía que ser tomada inmediatamente, no podía posponerse hasta
última hora, ya con el pincel en la mano, Es una cuestión de estética,
defendía Marta, Es una cuestión de tiempo, oponía Cipriano Algor, y de
seguridad, Pintar y vidriar al horno dará más calidad y brillo a la
ejecución, insistía ella, Pero si pintamos en frío evitaremos sorpresas
desagradables, el color que usemos es el que permanecerá, no
dependeremos de la acción del calor sobre los pigmentos, sobre todo
cuando el horno se pone caprichoso. Prevaleció la opinión de Cipriano
Algor, las pinturas que habría que comprar serían las que se conocen
en el mercado de la especialidad por el nombre de esmalte para loza,
de aplicación fácil y secado rápido, con gran variedad de colorido, y en
cuanto al disolvente, indispensable porque el espesor original de la
pintura es, normalmente, excesivo, si no se quiere usar un disolvente
sintético, sirve hasta el petróleo de iluminación o de quinqué. Marta
volvió a abrir el libro de arte, buscó el capítulo sobre la pintura en frío
y leyó, Aplícase sobre piezas ya cocidas, la pieza será lijada con lija
fina, de manera que se elimine cualquier rebaba u otro defecto de
acabado, haciendo su superficie más uniforme y permitiendo una
mejor adhesión de la pintura en las zonas donde la pieza haya
quedado excesivamente cocida, Lijar mil doscientos muñecos será el
colmo de la paciencia, Terminada esta operación, continuó Marta la
lectura, hay que eliminar todos los vestigios de polvo producidos por la
lija, usando un compresor, No tenemos compresor, interrumpió
Cipriano Algor, O, aunque más lento, pero preferible, un cepillo de pelo
duro, Los viejos procesos todavía tienen sus ventajas, No siempre,
corrigió Marta y prosiguió, Como sucede con casi todas las pinturas
del género, el esmalte para loza no se mantiene homogéneo dentro de
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