LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 104

habernos visto se ha marchado, dejándonos braceando como idiotas en la superficie de nosotros mismos, salpicando de explicaciones falaces e inútiles el mundo. El silencio del perro y aquel famoso silencio del universo al que en otra ocasión se hizo teológica referencia, pareciendo de comparación imposible por ser tan desproporcionadas las dimensiones materiales y objetivas de uno y de otro, son, a fin de cuentas, igualitos en densidad y peso específico a dos lágrimas, la diferencia está en el dolor que las hizo brotar, resbalar y caer. Se acabó, volvió a decir Cipriano Algor, y Encontrado ni siquiera pestañeó, demasiado bien sabía él que lo que había acabado no era el abastecimiento de cacharrería al Centro, eso ya pasó a la historia, el caso de ahora tiene que ver con faldas, y no pueden ser otras que las de aquella Isaura Estudiosa que había visto desde la furgoneta cuando el dueño le llevó el cántaro, mujer bonita tanto de cara como de figura, aunque deba observarse que esta opinión no la formuló Encontrado, eso de feo y bonito son cosas que no existen para él, los cánones de belleza son ideas humanas, Incluso siendo el más feo de los hombres, diría el perro Encontrado de su dueño, si hablase, tu fealdad no tendría ningún sentido para mí, sólo te extrañaría si tuvieras otro olor, o pasaras de otra manera la mano por mi cabeza. El inconveniente de las divagaciones está en la facilidad con que pueden distraer por caminos desviados al divagante, haciéndole perder el hilo de las palabras y de los acontecimientos, como le acaba de suceder a Encontrado, que alcanzó la frase siguiente de Cipriano Algor cuando ya iba por la mitad, ésa es la razón, como se va a notar, de que le falte la mayúscula, no la buscaré más, remató el alfarero, claro está que no se refería a la dicha mayúscula, ya que no las usa cuando habla, sino a la mujer llamada Isaura Estudiosa, con quien, a partir de este momento, renunció a tener trato de cualquier especie, Andaba procediendo como un niño tonto, a partir de ahora no la buscaré más, ésta fue la frase completa, pero el perro Encontrado, sin atreverse a dudar de lo poco que había oído, no puede dejar de percibir que la melancolía de la cara del dueño contrariaba abiertamente la determinación de las palabras, aunque nosotros sabemos que la decisión de Cipriano Algor es firme, Cipriano Algor no buscará más a Isaura Estudiosa, Cipriano Algor está agradecido a la hija por hacerle ver la luz de la razón, Cipriano Algor es un hombre hecho, rehecho y todavía no deshecho, no uno de esos adolescentes alocados que, porque están en la edad de los entusiasmos irreflexivos, se pasan el tiempo corriendo detrás de fantasías, nieblas e imaginaciones, y no desisten de ellas ni siquiera cuando se dan con la cabeza y los sentimientos que creían tener contra el muro de los imposibles. Cipriano Algor se levantó del banco de 104