LA CASA DE LOS ESPÍRITUS ALLENDE ISABEL - La Casa De Los Espiritus.PDF | Page 247

La casa de los espíritus Isabel Allende -Aguanta, compañera-dijo alguien a su lado-. Aguanta hasta mañana. Si tomas agua, te vienen convulsiones y puedes morir. Abrió los ojos. No los tenía vendados. Un rostro vagamente familiar estaba inclinado sobre ella, unas manos la arroparon con una manta. -¿Te acuerdas de mí? Soy Ana Díaz. Fuimos compañeras en la universidad. ¿No me reconoces? Alba negó con la cabeza, cerró los ojos y se abandonó a la dulce ilusión de la muerte. Pero unas horas más tarde despertó y al moverse sintió que le dolía hasta la última fibra de su cuerpo. -Pronto te sentirás mejor -dijo una mujer que estaba acariciándole la cara y apartando unos mechones de pelo húmedo que le tapaban los ojos-. No te muevas y trata de relajarte. Yo estaré a tu lado, descansa. -¿Qué pasó? -balbuceó Alba. -Te dieron fuerte, compañera-dijo la otra con tristeza. -¿Quién eres? -preguntó Alba. -Ana Díaz. Estoy aquí desde hace una semana. A mi compañero también lo agarraron, pero todavía está vivo. Una vez al día lo veo pasar, cuando los llevan al baño. -¿Ana Díaz? -murmur