LA CASA DE LAS DOS PALMAS la casa de las dos palmas | Page 5

“Las anochecidas de mi pueblo tampoco tienen gracia alguna. Sin embargo, yo he amado las anochecidas sin importancia de ese caserío”. Muñecas rusas que salen unas de otras, variaciones sobre un mismo tema, ondulación melódica de las frases, encanto y melancolía. ¿Cuál fue el mundo de Bernardo? Un mundo antiguo regido por el sol, las lluvias, el eterno retorno. La preparación del terreno, la siembra, la cosecha son los ritos que aseguran la regularidad de la vida, el bienestar. De ahí la angustia de inundaciones, de inviernos prolongados o sequías. Traen el sufrimiento, el hambre, la muerte y se debe influir sobre ellos mediante la oración, los ritos y ofrendas antiguas que apaciguan los dioses enojados. Llegamos entonces a la violencia, tanto del clima como de los habitantes. En ambos casos las descripciones de esa vida pausada y las de inundaciones, de los muertos que deja el río San Juan a su paso no son de un principiante. Cobran una fuerza apocalíptica: “Es el cielo un incendio de relámpagos. Enormes fogatas seguidas de ecos tardíos muestran siluetas medrosas, brazos orantes de la montaña... el huracán arranca trechos de monte... lleva, cañón abajo, el lamento de un árbol que cae, de las piedras que entrechocan, de la greda en catarata sobre las aguas de ímpetu arrasador”. (12) Una mujer muere “la cara retorcida al cielo, iracundo el gesto de su boca, perdida su belleza...” Viene a la memoria el texto “Carpincheros” de Augusto Roa Bastos en su libro de cuentos El trueno entre las hojas: (13) “la misma fuerza alucinada, la descripción del río, una noche de San Juan y la lucha de un carpinchero con un lobo-pe, tigre de agua:” “Las hogueras rojas bajan por el agua... Un trueno sordo le responde ahora. Surge del río, llena toda la caja acústica del río ardiendo bajo el cielo negro”. El río como todos los dioses es caprichoso. Puede salvar también. Lo invoca Bernardo como medio de alejarse “al mar de velas henchidas”, de vivir como aventurero. José Joaquín, Celimo, El Caucano sueñan con los viajes. Raza antioqueña, pionera, andariega. Pero le recuerda el abuelo: “Aunque tus estudios te aparten, aunque te alejes, nunca podrás olvidarlas”. (14) Un clima extremo, los desastres naturales permanentes influyen sobre los hombres. Una violencia congénita, el sentido del honor, la venganza los impulsa a pelear. Los combates son épicos: El Caucano es a la vez el más conocido y el más misterioso del lugar. Por la Sonámbula se arma un duelo: “Un segundo que pasa son cien choques incendiarios. Crecen en estatura los rivales, ya dioses primitivos brutales y rencorosos”. (15) Pero ya sabe Bernardo que un hombre tiene medias tintas. El Caucano es generoso, valiente, aceptaría perder la vida cuando se requiere: “Y con el pequeño protegido por su fuerte brazo, se mete a través del río salido de madre, sin miedo a la muerte”.