LA CASA DE LAS DOS PALMAS la casa de las dos palmas | Page 33
las palabras lo traen de regreso hacia nosotros con su amor por la tierra, su preocupación por los pájaros
pequeños, las matas, la soledad - que se posa también en los cuadros de Ziruma - su cercanía a los potros.
El desdoblamiento narrador y autor nos hace pensar en el entusiasmo de Manuel Mejía Vallejo al fabricar un
palomar en Ziruma, la inquietud - ¿el olor de mis manos en la madera las alejará?- en sus inventos de
juguetes para los niños y los mayores, la contemplación de las montañas, de unas águilas que fueron tres y
ninguna. Y la referencia final a Efrén Herreros: “...él hacía cantar viejas canciones y les marcaba el ritmo de
su corazón” (95). “Él recreaba el mundo con su mirada nueva y propiciaba el vigor de la piedra y de la
montaña. Él sabía que iba a morir.” (96)
Testamento humilde, no del hombre actual sino del antepasado para quien las plantas, las
montañas, los animales, las nubes, el sol, un vuelo de palomas, la luna menguante le permiten seguir vivo, en
armonía consigo mismo, presentir algo más allá.
“La Casa de las dos Palmas” ganó el VI Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” el 25 de
julio de 1989. El veredicto fue firmado por Abel Posse, Osvaldo Larrazábal, Caupolicán Ovalles, Mario
Torrealba: “Es un libro raigal, con personajes de gran hondura existencial, revelado por un lenguaje poético y
analítico que demuestra la presencia de un escritor de madurez creativa”.
Manuel Mejía Vallejo se enteró de ese premio por radio. Bajó a Medellín para averiguar si era cierto.
Cogió el bus y a la mitad del camino sus familiares lo interceptaron. Fue una tarde de entrevistas radiales, de
ron, de parva y quesito, de felicitaciones emotivas. El que menos creía era él.
Los integrantes del Taller de Escritores de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín lo esperaron con
pancartas en el parqueadero, le hicieron una guardia de honor, lo escoltaron hasta el auditorio. Los
asistentes se pusieron de pie y lo aplaudieron. El premio ya era de todos.
En Ziruma la niebla del páramo amanece ciertos días, se alimenta de las flores que dormitan ahí,
acaricia la vaca y “Amanecer” la ternera. En la pieza-estudio despiertan los manuscritos, los inéditos, a la
espera de su publicación. Desde 1991 existe un primer original de Los Invocados . De febr ero 1992 está
fechada la siguiente copia. Tres títulos para escoger: Los Invocados , La brisa entre los naranjos , Lugar de
invocaciones. Manuel Mejía Vallejo optó por Los Invocados. En el texto se encuentra una referencia al