LA CASA DE LAS DOS PALMAS la casa de las dos palmas | Page 29

deshacerse. Monseñor Herreros está a punto de lanzar otra al Padre Tobón pero se abstiene. Por bondad, por respeto a lo que representa. La venganza no debe interferir. El primer capítulo es de una progresión dramática. La fatalidad, también ciega, enlaza con precisión los actos. Nadie escapará. La casualidad prepara el encuentro del maestro Bastidas con Zoraida, un sueño la obliga a entrar a la iglesia: debe rezar por el alma de su padre. Un viacrucis humilde semejante al de Otilia en El día señalado. Un coro de tragedia griega le sigue los pasos. La ira del Padre Tobón, sus desmanes, la intervención de Efrén Herreros, de paso por el pueblo, desencadena la maldición. Cae sobre los tres. Diálogo sobrio, de gran fuerza, contención de los personajes. Una escena clásica. Luego sigue el destierro, el ascenso a la Casa de las dos Palmas. Manuel Mejía Vallejo demuestra el perfecto dominio de su arte. En cada capítulo varias historias se entretejen. Continuidad y ruptura. El hábil juglar convoca a su lector. La Casa de las dos Palmas tiene vocación de refugio desde antes. Pasó a la leyenda el leproso y su hermana. Floreció un rosal, nació un colmenar. Es fuerte como Los Fundadores, amplia p ara la familia numerosa. Es cálida, sus muebles, sus paredes recuerdan cuerpos, conversaciones. Es protectora. Acoge a Zoraida, al maestro Bastidas, luego a Evangelina, Narcisa. Era importante “buscar una identidad como su geografía, su sangre, saber danzas y leyendas y canciones que danzaran y cantaran quienes tenían ritmo en el nervio, y esperanza. Para no continuar siendo el extranjero, palabra detestable en un mundo tan pequeño, tan de todos, tan de nadie”. (81) Importancia de las raíces, de la patria porque sino “carecerá de lenguaje”. Son dos los planos en el páramo: uno de vida cotidiana, de veladas, relatos, alimentos compartidos, Navidades, reuniones con vecinos. Recuerdan las fiestas de los castillos medievales. La atmósfera sería el otro. Incita a lo sobrenatural, lo onírico, lo mágico. Zoraida, Asdrúbal, Escolástica y Roberto participan de los misterios. Zoraida es la pitonisa. La ceguera acerca a la divinidad, confiere poderes. Uno de ellos es ver mejor, ver lo que nadie ve. “Todavía podía soñar en colores”. (82) Los espejos son otros ojos, absorben imágenes, dentro vagan figuras en soledad. La ceguera y su misterio atrajeron a varios escritores, a Ernesto Sábato entre ellos. La asocia con la maldad, lo subterráneo, las cuevas, los pájaros prehistóricos. En el “Perro