LA CASA DE LAS DOS PALMAS la casa de las dos palmas | Page 21

En 1978, otra invitación a Cuba para un congreso similar. Es jurado de la Casa de las Américas. De 1979 a 1993 dirige el Taller de Escritores de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. No es un curso académico de literatura, la expresión libre lo convierte en tertulia. Sin embargo es más profundo. Enseña de una forma amena, la de Manuel Mejía Vallejo el conversador, el cuentista, el humorista, el inspirado cuando lee en su memoria poemas de César Vallejo y León de Greiff o invoca a Porfirio Barba-Jacob. El que trabajó cada novela como si fuera la primera, se documentó y tomó apuntes de libros especializados en Literatura Precolombina, sobre el tango, sobre Dios y el Diablo, sobre la escritura, el valor de la palabra que mágica se apodera de seres y cosas, sobre la vida, lo esencial para acercarse a una visión del hombre, del mundo. Ha trabajado siempre en varias obras. No se podría fechar realmente la escritura de sus libros. Solamente la publicación. Toma de nuevo una novela Los negociantes , recomendada en 1965 para un premio adicional en el Concurso “Esso” de novela colombiana. Las muertes ajenas es un título más apropiado entonces. Obtendrá una mención especial en el Primer Concurso Nacional de Novela Plaza y Janés. Figura igualmente en la lista de novelas seleccionadas para el Premio Biblioteca Breve 1965 de Seix Barral. Pertenece al estudio de la ciudad, otra faceta que completa Al pie de la ciudad . Se entrelazan los relatos, facetas de caleidoscopio. Al final tenemos una visión completa tanto de la trama como del contenido. Entramos al texto por un capítulo en segunda persona. Nos acercamos a la Cachorra, y al estudiante en un primer encuentro. “Estado de inocencia primaria” así la describen. Será durante la obra un personaje infantil, de gran frescura y poesía. No importa la vida que pudo llevar antes de encontrarse con él, es pura. En el segundo capítulo, Ernesto Larrea “El Espía” cuenta en primera persona lo que fue su vida. Es un texto apretado y como el rebusque en las calles en constante movimiento. La ciudad se nos viene encima, es una colmena que se vacía por las calles del Centro de Medellín. Las noticias políticas, los avisos clasificados de los periódicos marean al transeúnte. Evocación de la cárcel, de la tortura, de la venta de droga, de los asesinatos, de las violaciones. El preso “siente ganas de llorar y encoca las manos como para guardar un pájaro en ellas”. (57) Los contrastes de clase son marcados: ricos antiguos venidos a menos, nuevos ricos, zona de tugurios. Los primeros recluidos en sus recuerdos, sus objetos extranjeros, su esnobismo, entre el señor Arzobispo y árboles genealó gicos marchitos. Los directivos, nacidos de esa clase, trepan y se convierten en nuevos ricos corruptos. Las mujeres ocupan su tiempo en la “inversión productiva de la caridad”. Familias con secretos vergonzantes. Los que viven en los tugurios en la “Montonera”, en parte no