LA CABAÑA La Cabana - W. Paul Young | Page 23

Movió a Missy para acomodarla, perdida de sueño como estaba, y le quitó el pelo de la cara para mirarla. La suciedad y el sudor del día no habían hecho sino aumentar extra- ñamente su inocencia y belleza. "¿Por qué tienen que crecer?", reflexionó, y la besó en la frente. Esa noche las tres familias juntaron sus alimentos para una última cena en común. La entrada fue una ensalada taquera, con gran cantidad de aderezos y verduras frescas. Sarah se las había ingeniado para batir un postre de chocolate con capas de crema chantilly, mousse, brownies y otras delicias, que dejó a todos complacidos y satisfe- chos. Devueltas a los