-Me gustaría oír más sobre eso -lo incitó Jesse mientras atizaba el fuego con una vara,
provocando así que creciera con renovado vigor.
Mack titubeó. Aunque se sentía muy a gusto con los Madison, en realidad no los cono-
cía, y la conversación se había vuelto demasiado profunda para su gusto. Buscó rápido
una respuesta corta al interés de Jesse.
-Nan es mucho mejor para esto que yo. Supongo que concibe a Dios en forma distinta
a la mayoría de la gente. Hasta le dice Papá, por la intimidad de la relación que tiene
con él, si acaso esto tiene sentido.
-¡Claro que lo tiene! -exclamó Sarah, mientras Jesse afirmaba agitando la cabeza-. ¿Es
asunto de familia eso de llamar Papá a Dios?
-No -contestó Mack, riendo-. Los muchachos lo hacen a veces, pero a mí no me agra-
da. Es demasiado familiar para mí. De todas formas, Nan tiene un padre maravilloso,
así que supongo que eso le facilita las cosas.
Lo había soltado ya, y tembló por dentro, esperando que nadie lo hubiera notado. Pero
Jesse lo miraba a los ojos.
-¿Tu papá no fue maravilloso? -preguntó cortésmente.
-No. -Mack hizo una pausa-. Podría decirse que no fue demasiado maravilloso. Murió
cuando yo era niño, de causas naturales. -Mack rió, pero con un sonido vacío. Miró a
los Madison-. Era alcohólico.
-Cuánto lo sentimos -exclamó Sarah por los dos, y Mack sintió que lo decía en serio.
-Bueno -dijo él, forzando otra risilla-, la vida es difícil a veces, pero la verdad es que
tengo mucho que agradecer.
Durante el incómodo silencio que siguió, Mack se preguntó por qué esa pareja parecía
penetrar tan fácilmente sus defensas. Segundos después lo rescató el bullicio de los
chicos al salir del remolque e ir a dar entre ellos. Para regocijo de Kate, Emmy y ella
habían sorprendido a Josh y Amber tomados de la mano en la oscuridad, y ahora que-
ría que todo el mundo lo supiera. Pero para ese momento Josh estaba tan prendado
que podía soportar cualquier burla y no hacer caso de los abusos de su hermana. No
habría podido arrancarse esa tonta sonrisa de la cara aun si hubiera querido.
Los Madison desearon buenas noches a Mack y sus hijos con un abrazo; Sarah le dio a
Mack un apretón especialmente afectuoso antes de marcharse. Luego, de la mano de
Amber y Emmy, se perdieron en la oscuridad, hacia el campamento de los Ducette.
Mack los observó hasta que dejó de oír sus murmullos nocturnos y hasta que el vaivén