tros pensábamos que disminuían la historia. Durante un tiempo, Brad y Wayne se ha-
bían sentido frustrados por lo que consideraban un gran vacío en la industria editorial.
Hay algunas editoriales que apelan a varios mercados religiosos, a menudo con res-
puestas convencionales y retórica vacía, y otras que apelan a públicos seculares evi-
tando libros que hablan positivamente de cuestiones de fe. Parece haber un gran me-
dio faltante que se dirija al ansia espiritual de las personas con integridad e inteligencia,
inclusive si el mensaje corre el riesgo de ofender a quienes ostentan el poder religioso.
Quizá algo nuevo podría contribuir a llenar parte de ese vacío. Así, en mayo de 2007
nació Windblow Media, y La cabaña se publicó como su primer título original. Esto pone
fin a la segunda parte de la historia, que continuaremos para ver lo que todo esto signi-
fica para nosotros, colectiva e individualmente.
Ahora nos encontramos en la tercera parte, en la que cada uno de ustedes desempeña
un papel importante. Al leer esta historia, rogamos a Dios que toque tu corazón y abra
lugares en los que es probable que estés estancado, y te ayude a ver la forma en que
te ama en cada vez más ricos y profundos tonos y colores y sonidos. Creemos que es-
te libro es un regalo para ti. Las palabras en una página, no pueden hacer nada; pero
mientras lo lees, no te sorprendas si en tu interior ocurre algo que no esperabas. Así es
Jesús.
El fruto de esto ha iniciado una especie de fenómenos editoriales. Personas que nos
conocían pidieron los primeros ejemplares, y en menos de una semana pedían una do-
cena más, y a veces una caja, para compartir con sus amigos. Esos amigos pedían a
su vez ejemplares para sus amigos, y el ciclo continuó. En los primeros cuatro meses
en circulación, sin que el libro apareciera en ninguna librería y sin ninguna campaña
nacional de medios, se vendieron más de 12 mil ejemplares a partir de una página en
Internet. Asombrosamente, este libro cayó en manos de personas especiales que nos
han ayudado a conseguir una distribución más amplia. Tres de las editoriales que origi-
nalmente rechazaron el manuscrito llamaron para saber si podían ayudarnos haciéndo-
se cargo del libro. Nos negamos.
Editoriales extranjeras empezaron a hablarnos de traducir y publicar esta historia en el
mundo entero, en español, francés, alemán, coreano, chino y lenguas africanas. Co-
menzamos a recibir llamadas de librerías y distribuidores que querían tener La cabaña.
En septiembre de 2007, conseguimos una distribución más amplia y hemos visto conti-
nuar el mismo patrón: personas que piden un ejemplar o dos, y que después solicitan
muchos más para