Él sonrió, pero se puso serio otra vez, aún tomado de la mano de Kate.
-Quiero hablar contigo sobre Missy.
Kate retrocedió de golpe, como si la hubiera picado una avispa, y su rostro se ensom-
breció. Instintivamente, trató de retirar la mano, pero Mack se la apretó, lo que le con-
sumía una considerable porción de su fuerza. Ella miró alrededor. Nan se acercó y la
rodeó con su brazo. Kate temblaba.
-¿Por qué? -preguntó en un suspiro.
-Katie, no fue culpa tuya.
Ella titubeó, como si hubiera sido sorprendida en un secreto.
-¿Qué no fue culpa mía?
De nuevo se necesitó un gran esfuerzo para sacar las palabras, pero ella lo oyó clara-
mente:
-Que hayamos perdido a Missy.
Lágrimas rodaron por las mejillas de Mack mientras forcejeaba con esas simples pala-
bras.
Ella retrocedió de nueva cuenta, desviando la vista de él.
-Cariño, nadie te culpa de lo que pasó.
El silencio de ella duró apenas unos segundos antes de que la presa se desbordara:
-Pero si yo no hubiera tenido ese descuido en la canoa, tú no habrías tenido que... -su
voz se llenó de reproches contra ella misma.
Mack la interrumpió, poniendo una mano en el brazo de Kate.
-Eso es lo que trato de decirte, cariño. No fue culpa tuya.
Kate sollozó mientras las palabras de su padre penetraban su destrozado corazón.
-Pero siempre he pensado que fue culpa mía. Y pensé que mamá y tú me culpaban, y
yo no quise...
-Ninguno de nosotros quiso que eso pasara, Kate. Simplemente pasó, y aprenderemos
a superarlo. Pero aprenderemos juntos. ¿Está bien?