podían elevarlo y arrebatarlo de su cama y este mundo. Y mientras recordaba empezó
a llorar, hasta que las lágrimas rodaron por sus mejillas.
-Perdóname, Mack. -Willie le suplicaba ahora y se disculpaba-. ¿Qué dije?
Mack alzó la mano y tocó la cara de su amigo.
-Nada, Willie. Ahora lo recuerdo todo. La nota, la cabaña, Missy, Papá. Lo recuerdo to-
do.
Willie no se movió, sin saber qué pensar o decir. Temía haber llevado al límite a su
amigo, por la forma en que divagaba sobre la cabaña y Papá y Missy. Finalmente pre-
guntó:
-¿Quieres decir que estuvo ahí? Dios, digo.
Ahora Mack reía y lloraba.
-Willie, ¡estuvo ahí! ¡Oh, estuvo ahí! Espera a que te cuente. Nunca lo creerás. ¡Hom-
bre, tampoco sé si lo creo yo! -Mack se detuvo, perdido un momento en sus recuerdos-.
Ah, sí -dijo por fin-. Me pidió que te dijera algo.
-¿Qué? ¿A mí? -Mack vio la preocupación y la duda intercambiar lugares en el rostro
de Willie-. ¿Qué cosa? -se inclinó otra vez.
Mack hizo una pausa, buscando las palabras indicadas.
-Dijo: "Dile a Willie que soy especialmente afecto a él".
Mack se detuvo y vio la cara y quijada de su amigo apretarse, y charcos de lágrimas
llenar sus ojos. Le temblaban los labios y la barbilla, y Mack supo que su amigo hacía
un gran esfuerzo por controlarse.
-Debo irme -murmuró Willie ásperamente-. Tendrás que contarme todo después.
Dicho esto, simplemente dio vuelta y salió del cuarto, dejando a Mack sumido en pre-
guntas, y recuerdos.
Cuando Nan regresó, halló a Mack erguido en la cama y sonriendo de oreja a oreja. El
no sabía por dónde comenzar, así que la dejó hablar primero. Ella le proporcionó algu-
nos detalles que seguían confundiéndolo, encantado de poder retener información al
fin. Había estado a punto de perder la vida a causa de un conductor ebrio, y lo habían
sometido a cirugía de emergencia en razón de varios huesos fracturados y lesiones in-
ternas. Se temió que cayera en un coma prolongado, pero despertó y eso alivió toda
inquietud.