LA CABAÑA La Cabana - W. Paul Young | Page 189

podían elevarlo y arrebatarlo de su cama y este mundo. Y mientras recordaba empezó a llorar, hasta que las lágrimas rodaron por sus mejillas. -Perdóname, Mack. -Willie le suplicaba ahora y se disculpaba-. ¿Qué dije? Mack alzó la mano y tocó la cara de su amigo. -Nada, Willie. Ahora lo recuerdo todo. La nota, la cabaña, Missy, Papá. Lo recuerdo to- do. Willie no se movió, sin saber qué pensar o decir. Temía haber llevado al límite a su amigo, por la forma en que divagaba sobre la cabaña y Papá y Missy. Finalmente pre- guntó: -¿Quieres decir que estuvo ahí? Dios, digo. Ahora Mack reía y lloraba. -Willie, ¡estuvo ahí! ¡Oh, estuvo ahí! Espera a que te cuente. Nunca lo creerás. ¡Hom- bre, tampoco sé si lo creo yo! -Mack se detuvo, perdido un momento en sus recuerdos-. Ah, sí -dijo por fin-. Me pidió que te dijera algo. -¿Qué? ¿A mí? -Mack vio la preocupación y la duda intercambiar lugares en el rostro de Willie-. ¿Qué cosa? -se inclinó otra vez. Mack hizo una pausa, buscando las palabras indicadas. -Dijo: "Dile a Willie que soy especialmente afecto a él". Mack se detuvo y vio la cara y quijada de su amigo apretarse, y charcos de lágrimas llenar sus ojos. Le temblaban los labios y la barbilla, y Mack supo que su amigo hacía un gran esfuerzo por controlarse. -Debo irme -murmuró Willie ásperamente-. Tendrás que contarme todo después. Dicho esto, simplemente dio vuelta y salió del cuarto, dejando a Mack sumido en pre- guntas, y recuerdos. Cuando Nan regresó, halló a Mack erguido en la cama y sonriendo de oreja a oreja. El no sabía por dónde comenzar, así que la dejó hablar primero. Ella le proporcionó algu- nos detalles que seguían confundiéndolo, encantado de poder retener información al fin. Había estado a punto de perder la vida a causa de un conductor ebrio, y lo habían sometido a cirugía de emergencia en razón de varios huesos fracturados y lesiones in- ternas. Se temió que cayera en un coma prolongado, pero despertó y eso alivió toda inquietud.