LA CABAÑA La Cabana - W. Paul Young | Page 176

-No creo poder hacerlo -murmuró Mack. -Quiero que lo hagas. El perdón va primero para ti, el que perdona -repuso Papá-, para liberarte de algo que te comerá vivo, que destruirá tu alegría y tu capacidad de amar plena y abiertamente. ¿Crees que a ese hombre le importan el dolor y el tormento que has su- frido? Si algo, se alimenta de saber que los sufriste. ¿No quieres librarte de eso? Y al hacerlo, lo liberarás de una carga que lleva consigo, lo sepa o no, lo reconozca o no. Cuando decides perdonar a otro, lo amas como debe ser. -Yo no lo amo. -No hoy, no tú. Pero yo sí, Mack, y no por aquello en lo que se convirtió, sino por el niño destrozado que ha sido afligido por el dolor. Quiero ayudarte a adoptar la naturaleza que encuentra más poder en el amor y el perdón que en el odio. -Entonces eso es... -A Mack le molestaba de nuevo la dirección que seguía la conver- sación-. ¿Debo perdonarlo para dejar que juegue con Kate o con mi primera nieta? -Mackenzie -Papá se puso firme y enérgico-: ya te dije que el perdón no crea una rela- ción. A menos que las personas hablen con la verdad sobre lo que han hecho y cam- bien su opinión y conducta, no es posible una relación de confianza. Cuando perdonas a alguien, ciertamente lo liberas de tu juicio; pero sin un cambio verdadero no puede establecerse una relación real. -¿Entonces el perdón no me obliga a fingir que lo que él hizo no sucedió? -¿Cómo podrías hacerlo? Perdonaste a tu papá anoche. ¿Alguna vez olvidarás lo que te hizo? -No lo creo. -Pero ahora puedes amarlo de cara a ello. Su cambio te permite eso. El perdón no te exige de ninguna manera confiar en quien perdonas. Pero si finalmente esa persona confiesa y se arrepiente, descubrirás un milagro en tu corazón que te permitirá tender la mano y empezar a construir entre ustedes un puente de reconciliación. Y a veces (y esto te puede parecer incomprensible ahora) ese camino podría llevarlos incluso al mi- lagro de la confianza plenamente restaurada. Mack se deslizó hasta el suelo y se recostó en la roca en que se había sentado. Exa- minó la tierra entre sus pies. -Papá, comprendo lo que dices. Pero parece que si perdono a este tipo, él quedará ab- suelto. ¿Cómo puedo excusar lo que hizo? ¿Es justo para Missy que yo deje de estar encolerizado con él?