-No creo poder hacerlo -murmuró Mack.
-Quiero que lo hagas. El perdón va primero para ti, el que perdona -repuso Papá-, para
liberarte de algo que te comerá vivo, que destruirá tu alegría y tu capacidad de amar
plena y
abiertamente. ¿Crees que a ese hombre le importan el dolor y el tormento que has su-
frido? Si algo, se alimenta de saber que los sufriste. ¿No quieres librarte de eso? Y al
hacerlo, lo liberarás de una carga que lleva consigo, lo sepa o no, lo reconozca o no.
Cuando decides perdonar a otro, lo amas como debe ser.
-Yo no lo amo.
-No hoy, no tú. Pero yo sí, Mack, y no por aquello en lo que se convirtió, sino por el niño
destrozado que ha sido afligido por el dolor. Quiero ayudarte a adoptar la naturaleza
que encuentra más poder en el amor y el perdón que en el odio.
-Entonces eso es... -A Mack le molestaba de nuevo la dirección que seguía la conver-
sación-. ¿Debo perdonarlo para dejar que juegue con Kate o con mi primera nieta?
-Mackenzie -Papá se puso firme y enérgico-: ya te dije que el perdón no crea una rela-
ción. A menos que las personas hablen con la verdad sobre lo que han hecho y cam-
bien su opinión y conducta, no es posible una relación de confianza. Cuando perdonas
a alguien, ciertamente lo liberas de tu juicio; pero sin un cambio verdadero no puede
establecerse una relación real.
-¿Entonces el perdón no me obliga a fingir que lo que él hizo no sucedió?
-¿Cómo podrías hacerlo? Perdonaste a tu papá anoche. ¿Alguna vez olvidarás lo que
te hizo?
-No lo creo.
-Pero ahora puedes amarlo de cara a ello. Su cambio te permite eso. El perdón no te
exige de ninguna manera confiar en quien perdonas. Pero si finalmente esa persona
confiesa y se arrepiente, descubrirás un milagro en tu corazón que te permitirá tender
la mano y empezar a construir entre ustedes un puente de reconciliación. Y a veces (y
esto te puede parecer incomprensible ahora) ese camino podría llevarlos incluso al mi-
lagro de la confianza plenamente restaurada.
Mack se deslizó hasta el suelo y se recostó en la roca en que se había sentado. Exa-
minó la tierra entre sus pies.
-Papá, comprendo lo que dices. Pero parece que si perdono a este tipo, él quedará ab-
suelto. ¿Cómo puedo excusar lo que hizo? ¿Es justo para Missy que yo deje de estar
encolerizado con él?