LA CABAÑA La Cabana - W. Paul Young | Page 175

Esta vez no hubo contención mientras tibias lágrimas se derramaban por su rostro, y entre sollozos Mack clamó: -Papá, ¡cómo podría perdonar alguna vez a ese hijo de puta que mató a mi Missy! Si estuviera aquí hoy, no sé qué haría. Sé que esto no está bien, pero quiero lastimarlo como él me lastimó a mí... Si no puedo obtener justicia, aún deseo venganza. Papá permitió simplemente que ese torrente saliera de Mack, y esperó a que pasara la ola. -Mack, debes perdonar a ese hombre para entregármelo y permitirme redimirlo. -¿Redimirlo? -Mack volvió a sentir el fuego de la ira y el dolor-. ¡No quiero que lo redi- mas! Quiero que lo lastimes, lo castigues, lo hundas en el infierno... -su voz se apagó. Papá esperó con paciencia a que esas emociones se apaciguaran. -Estoy obsesionado, Papá. Simplemente no puedo olvidar lo que hizo. ¿O acaso pue- do? -imploró Mack. -Perdonar no es olvidar, Mack. Es soltar la garganta del otro. -Creí que tú olvidabas nuestros pecados... -Mack, soy Dios. No olvido nada. Lo sé todo. Así que olvidar es para mí decidir limitar- me. Hijo -la voz de Papá se hizo suave, y Mack volteó para verlo directamente a sus ojos de color café oscuro-, gracias a Jesús, ya no hay ley que me exija recordar tus pe- cados. Desaparecen para ti y para mí, y no interfieren en nuestra relación. -Pero este hombre... -El también es mi hijo. Quiero redimirlo. -¿Entonces qué? ¿Lo perdono y asunto arreglado y nos hacemos amigos? -preguntó Mack, suave pero rencorosamente. -Tú no tienes una relación con es