Cuando llegaron al nacimiento de la vereda, había luz suficiente para avanzar con faci-
lidad. Papá se detuvo ahí y señaló con su bastón un árbol justo a un lado del camino.
Mack pudo distinguir apenas que alguien había marcado el árbol con un pequeño arco
rojo. Eso no significaba nada para Mack, y Papá no ofreció ninguna explicación. En
cambio, se volvió y echó a andar, a paso moderado.
El regalo de Sarayu era relativamente ligero para su tamaño, y Mack usaba el zapapico
como bastón. El camino los llevó a través de un arroyo y hasta lo hondo del bosque.
Mack agradeció que sus botas fueran a prueba de agua cuando un mal paso lo hizo
resbalar en una roca y sumergirse en el agua hasta los tobillos. Oía a Papá canturrear
algo mientras caminaba, pero no reconoció la melodía.
Mientras avanzaban, Mack pensaba en el sinfín de cosas que había experimentado en
los dos días previos. Las conversaciones con cada uno de los tres, juntos y por sepa-
rado; el rato con Sofía; el rezo en el que había participado; la contemplación del cielo
estrellado con Jesús; el camino sobre el lago. Y luego, la celebración de la noche ante-
rior para rematarlo todo, incluida la reconciliación con su padre, demasiada sanación
con tan pocas palabras. Era difícil asimilar todo eso.
Al reflexionar en todo aquello y considerar lo que había aprendido, Mack se dio cuenta
de cuántas preguntas tenía aún. Quizá tendría la oportunidad de hacer algunas, pero
sintió que ése no era el momento. Sólo sabía que nunca volvería a ser el mismo, y se
preguntó qué significarían esos cambios para Nan y él y los chicos, en especial Kate.
Pero había algo que de todas maneras quería preguntar, y que seguía inquietándolo
mientras caminaban. Finalmente, rompió el silencio:
-¿Papá?
-¿Sí, hijo?
-Sofía me ayudó a comprender mucho sobre Missy ayer. Y en verdad me sirvió hablar
con Papá. Ah, quiero decir, hablar contigo también. -Mack se sentía confundido, pero
Papá hizo un alto y sonrió como si comprendiera, así que Mack continuó-: ¿Es extraño
que también necesite hablar de esto contigo? Quiero decir, tú eres más un padre-pa-
dre, ¿me explico?
-Comprendo, Mackenzie. Estamos cerrando el círculo. Perdonar ayer a tu papá fue una
parte significativa para que pudieras conocerme como Padre hoy. No tienes por qué
explicar nada más.
Por alguna razón, Mack supo que se acercaban al fin de un largo viaje, y que Papá ha-
cía un esfuerzo para ayudarlo a dar los últimos pasos.
-No se puede crear libertad sin un costo, como tú sabes.