-De igual forma -interrumpió ella-, no olvides que, en medio de todo tu dolor y pesar,
estás rodeado de belleza, la maravilla de la creación, el arte, tu música y cultura, los
sonidos de la risa y el amor, murmuradas esperanzas y celebraciones, nueva vida y
transformación, reconciliación y perdón. Éstos también son resultados de tus decisio-
nes, y cada decisión importa, incluso las ocultas. Así que, ¿cuáles decisiones debería-
mos invalidar, Mackenzie? ¿Quizá nunca debí haber creado? ¿Quizá Adán debió ha-
berse detenido antes de elegir la independencia? ¿Y tu decisión de tener otra hija, o la
decisión de tu padre de golpear a su hijo? Exiges tu independencia, pero después te
quejas de que te ame tanto y te la haya dado.
Mack sonrió.
-Ya he oído eso antes.
Papá sonrió también, y tomó una pasta.
-Te dije que Sofía te había trabajado. Mackenzie, mi propósito no es mi confort, o el tu-
yo. Mis propósitos son siempre y únicamente una expresión de amor. Me propongo ex-
traer vida de la muerte, extraer libertad de la fractura y convertir la oscuridad en luz. Lo
que tú ves como caos, yo lo veo como fractal. Todas las cosas deben desarrollarse,
aunque eso coloque a todos los que amo en un mundo de horribles tragedias, aun al
más cercano a mí.
-Hablas de Jesús, ¿verdad? -preguntó Mack, en voz baja.
-Ajá, amo a ese muchacho. -Papá desvió la vista y sacudió la cabeza-. Todo es por él,
ya sabes. Un día ustedes comprenderán a qué renunció. Sencillamente no hay pala-
bras para eso.
Mack sintió manar sus propias emociones. Algo le conmovió en lo profundo mientras
oía a Papá hablar de su hijo. Dudó en preguntar, pero finalmente rompió el silencio:
-Papá, ¿podrías ayudarme a comprender algo? ¿Qué logró exactamente Jesús al mo-
rir?
Ella seguía mirando el bosque.
-Oh -sacudió la mano-, no mucho. Sólo la sustancia de todo el amor propuesto desde
antes de los cimientos de la creación -afirmó Papá con frialdad, y luego se volvió y son-
rió.
-¡Guau!, ésos sí que son grandes brochazos. ¿Podrías dar unos retoques? -preguntó
Mack con cierta osadía, o así lo pensó después de que las palabras habían salido de
su boca.
Papá, en vez de molestarse, se mostró radiante.