-¿Eso es lo que significa ser cristiano? -Sonó tonto cuando Mack lo dijo, pero era así
como intentaba resumir todo en su mente.
-¿Quién ha hablado de ser cristiano? Yo no soy cristiano.
Esta idea le pareció rara a Mack, y tan inesperada que no pudo evitar sonreír.
-No, supongo que no.
Llegaron a la puerta del taller. Jesús se detuvo de nuevo.
-Quienes me aman, proceden de todos los sistemas que existen. Son budistas o mor-
mones, bautistas o musulmanes; algunos son demócratas, otros republicanos, y mu-
chos no votan o no forman parte de ninguna institución de domingos en la mañana o
religiosa. Tengo seguidores que fueron asesinos, y muchos que fueron santurrones. Al-
gunos son banqueros y corredores de apuestas, estadounidenses e iraquíes, judíos y
palestinos. No tengo el menor deseo de volverlos cristianos, sino de acompañarlos en
su transformación en hijos e hijas de Papá, mis hermanos y hermanas, mis Amados.
-¿Eso significa -preguntó Mack- que todos los caminos conducen a ti?
-No precisamente. -Jesús sonrió mientras tendía la mano en busca de la manija de la
puerta del taller-. La mayoría de los caminos no llevan a ninguna parte. Lo que eso sig-
nifica es que yo recorreré todos los caminos que sean necesarios para salir a tu en-
cuentro. -Hizo una pausa-. Mack, tengo algunas cosas que terminar en el taller, así que
te alcanzaré más tarde.
-Está bien. ¿Qué quieres que haga?
-Lo que quieras, Mack. La tarde es tuya. -Jesús le palmeó los hombros y sonrió-. Una
última cosa: ¿recuerdas que me agradeciste que te haya dejado ver a Missy? Fue idea
de Papá.
Dicho esto, se volvió, agitando la mano sobre el hombro mientras entraba al taller.
Mack supo al instante qué quería hacer, y se encaminó a la cabaña en busca de Papá.
Encuentro de corazones
La mentira tiene infinidad de combinaciones,
pero la verdad sólo tiene un modo de ser.
-Jean-Jacques Rousseau