embargo vino directamente de los abismos del infierno, y Jesús lo reconoció como tal. Era el mismo pensamiento engañador con que Satanás había instigado a Jesús durante su tentación en el desierto (Mateo 4:1-11): a saber, que de un modo u otro Jesús podía alcanzar los objetivos de Dios sin sufrir el dolor de la cruz. Jesús había rechazado ese pensamiento cuando Satanás se lo propuso antes, y lo rechazaba ahora cuando salía de la boca de uno de sus amigos más íntimos. Es por eso que Jesús reprendió a Pedro con tanta firmeza.
Cuando el diablo planta en tu mente un pensamiento que tú sabes que es contrario a la voluntad de Dios, no tengas miedo de reprender ese pensamiento o su fuente. Por ejemplo, si tu mente de repente parece saturada con pensamientos de suicidio, drogas ilícitas, sexo fuera del matrimonio, con involucrarte en actividades de ocultismo, con prácticas de negocios deshonestos, o cualquier otro pensamiento que sabes que va en contra de la Palabra de Dios, rechaza inmediatamente esas ideas como del diablo mismo. Habla en voz alta si quieres: “Satanás, apártate de mí. No tienes en mente las cosas de Dios, sino las de los hombres”.
En una ocasión en que estaba hablando sobre este tema, un joven sincero preguntó: “¿Cómo es que se supone que no pensemos en algo?” Buena pregunta. Es el viejo síndrome del elefante rosa: cuando alguien te dice que no pienses en elefantes rosas, aunque nunca has visto tal animal, tu mente intenta desesperadamente hacer aparecer la imagen.
La única manera en que puedes no pensar en algo es cambiar de tema. El doctor David Seamands, escritor y