venga mi liberación” (v.14, énfasis nuestro en todo este articulo). Y luego agrega, “Entonces llamarás y yo te responderé; tendrás afecto a la hechura de tus manos” (v.15).
¡Este pasaje es verdaderamente extraordinario! Es evidente que Job conoce algo sobre los propósitos de Dios, ya que sus palabras aclaran el significado de muchas otras escrituras. Es increíble que los innumerables volúmenes que se han escrito sobre esta inusual historia no logren ver su conexión con otros pasajes bíblicos que explican el propósito de Dios para la humanidad.
Job entiende que eventualmente experimentará un cambio. Tiene certeza de que esta serie de tragedias inimaginables por las que está atravesando están bajo la supervisión de Dios. Sabe que está destinado a morir y que esto es parte del ciclo de la vida, el cual tiene un propósito y un fin.
Sin embargo, más allá de ello radica una asombrosa verdad: que Job esperará en la tumba hasta que aquel cambio llegue, cuando Dios lo llame y desde la sepultura él responda a ese llamado.
El epitafio que el autor, inventor y estadista estadounidense Benjamín Franklin escribió para sí, refleja un sentir parecido: