y metían una letra completamente diferente, antes muy aceptado y
actualmente sólo ciertos intentos. Algunos artistas como “OV7” o “Tropikal
forever” decidieron trabajar, lamentablemente con intentos fallidos y, por lo
tanto, descartados.
¿Por qué se nos ocurría que era bueno o bonito traducir las canciones o tomar
los ritmos de canciones extranjeras? Porque al público le agradaba, nos
gustaba escuchar en nuestro idioma un ritmo y ahora también. ¿Por qué nos
gusta integrar palabras extranjeras o letras completamente en ingles a ritmos
mexicanos? Por eso mismo, al pueblo lo que pida, aunque más bien puedo
decir que aquí el pueblo no lo pidió, pero si lo aceptó.
Y es que pensemos en uno de los grandes momentos en los que podemos
exponer y poner en práctica esta teoría: las fiestas. Empezamos la fiesta
tímidos, con las dos, tres canciones que de cajón ya sabemos van a agradar al
público, después este tipo de magia que tenemos siempre nos lleva a bailar y
convivir con el alebrije. De repente nos da por bailarnos toda la fiesta esas
canciones de tono europeo con alguna frase pegadiza en inglés, sin olvidar
poner también la “Huaracha sabrosona”, o por poner las lloradoras de José
Alfredo después de haber bailado el “Payaso del rodeo”, porque el mexicano
sobre de muchas cosas tiene ese gran elemento del desmadre melancólico que
lo hace, casi automáticamente llorar, reír, brincar y sufrir todo en una misma
noche y a lo mejor todo en una misma vida. Podemos ser los que con copa en
mano se saben desde el repertorio completo de Chalino Sánchez hasta las de
Lupita D’Alessio, podemos ser los que buscan las canciones anglosajonas, las
modernas pero que terminan la velada con “Así fue” o “Amor eterno” y
podemos serlo porque nuestro país nos deja serlo.