Tomasa” o “Ingrata”, no nos las sabemos. Tampoco que no somos víctimas de
terminar aunque sea tarareando la de la “Chona” o alguna cumbia de los
Ángeles Azules. Y es que volvemos a tratar de encapsular: ¿qué es México?
Un debate que en cualquiera de las séptimas artes nos pesa agrupar y definir,
entonces ni podemos decir que somos las rancheras, ni el rock en español, ni
los corridos, ni las cumbias, ni el moderno indie; el mejor modo de mirar a la
música mexicana es como un gran alebrije, con elementos muy toscos o muy
delicados, con colores brillantes y sombras precisas, conformado de muchas y
muy diferentes piezas que por separado son una cosa ya entera, pero que al
ponerse juntas llegan a ser otra que no pinta nada mal. De nuevo, al tratar de
ver qué “es nuestro como mexicano”, mi observación es esta: de donde sea
que lo agarremos, lo volvemos nuestro, le integramos cosas que, de algún otro
modo, en algún otro país es poco probable que se haga.
Como decía, sobre todo en estos tiempos, observar esa dualidad y dinamismo
en la música mexicana es muy fácil, tenemos bandas en la actualidad como
“Technicolor fabrics”, “Rey Pila”, que a pesar de ser 100% mexicanas
escriben en inglés, pero no dejan de lado sus raíces y siempre intentan poner
ese sello mexicano; a su vez hay bandas como “Chicano Batman” que
experimentan con cantar en español, teniendo sonido muy onda “Los
Terrícolas”
o
“Los
Bukis”,
pero
con
letras
y
estilo
totalmente
contemporáneos; menciono hasta a “Los Master plus” una chusca agrupación
que hace covers de bandas de rock y se apropian de la canción al traducirla y
meterle ritmos de banda o cumbia. Nos podemos ir hasta observar el éxito que
muchas bandas tenían al hacer traducciones nada más de las canciones, sobre
todo en la época de los 60´s-80´s, donde era más fácil buscar el idioma propio
que explorar uno desconocido. También muchos artistas tomaban sólo el ritmo