palabras con sus calambures, los albures mexicanos tienen un toque mordaz
que llevan al lenguaje a un plano comprendido si tienes la habilidad léxica
o la manía intelectual para imaginar otras cosas, pero esa capacidad parece
innata en el mexicano: él lo sabe, y hace mofa de ello.
Tampoco se pueden olvidar las expresiones cotidianas: vistes, dijistes,
aigre, haiga, entre miles de otras palabras que merecen ser escuchadas para
reconocer ese “algo” que se hace llamar mexicano, que hace recordar la
potencia del lenguaje y recuerda su inmensidad. El mexicano lo lleva hasta
el límite, es tan inmensurable y tan presente que hace redignificar a uno,
mientras lanza al otro hacia la nada. Es pues, la pretensión de ser alguien.